¿Cómo
experimentar una libertad
real en
Cristo?"
Aunque parezca una contradicción, la única verdadera libertad en Cristo
viene a aquellos que son sus esclavos. La esclavitud ha llegado a significar
degradación, miseria y desigualdad. Pero el paradigma bíblico es la verdadera
libertad del esclavo de Cristo que experimenta el gozo y la paz, los derivados
de la única y verdadera libertad que alguna vez podamos llegar a conocer en
esta vida. Hay 124 casos en el nuevo testamento de la palabra doulos, que
significa "alguien que pertenece a
otro" o "esclavo con ningún derecho de propiedad".
Desafortunadamente, la mayoría de las versiones modernas de la biblia, así como
la Reina Valera, generalmente traducen la palabra doulos como "siervo" o "esclavo".
Pero un siervo es uno que trabaja por un salario, y que, en virtud de su
trabajo, su amo le debe algo. El cristiano, por el contrario, no tiene nada que
ofrecerle al señor en pago por su perdón, y le pertenece totalmente al amo que
lo compró con su sangre derramada en la cruz. Los cristianos son comprados por
esa sangre y son posesión de su señor y salvador. No somos contratados por él;
le pertenecemos a él (Romanos 8:9). Así que "esclavo" es realmente la
única traducción correcta de la palabra doulos.
Cada uno busca la libertad. Especialmente en el occidente, la libertad es
la mayor virtud, y es muy buscada por todos aquellos que son o se consideran
oprimidos. Pero la libertad en Cristo no es lo mismo que la libertad política o
económica. De hecho, algunas de las personas que han sido oprimidas más
duramente en la historia, han tenido completa libertad en Cristo. La biblia nos
dice que, espiritualmente hablando, nadie está libre. En Romanos 6, Pablo
explica que todos somos esclavos. O somos esclavos del pecado o esclavos de la
justicia. Aquellos que son esclavos del pecado no se pueden liberar a sí mismos
de él, pero una vez que somos libres del castigo del poder del pecado a través
de la cruz, nos convertimos en una clase diferente de esclavos, y es en esa
esclavitud que podemos encontrar la paz y la verdadera libertad.
Lejos de ser oprimidos, el esclavo de Cristo es verdaderamente libre. Hemos
sido liberados del pecado por el hijo de Dios quien dijo, "Así que, si el Hijo os
libertare, seréis verdaderamente libres" (Juan 8:36). Ahora, el
cristiano puede decir con verdad, junto con Pablo, "Porque la ley del Espíritu
de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte"
(Romanos 8:2). Ahora sabemos la verdad y esa verdad nos hace libres
(Juan 8:32). Paradójicamente, a través de nuestra servidumbre a Cristo, también
nos hemos convertido en hijos y herederos del Dios altísimo (Gálatas 4:1-7).
Como herederos, somos partícipes de esa herencia, la cual es la vida eterna que
Dios concede a todos sus hijos. Este es un privilegio más allá de cualquier
tesoro terrenal que alguna vez podamos heredar, mientras que aquellos en la
esclavitud del pecado heredan sólo la muerte espiritual y una eternidad en el
infierno.
Muchas veces no comprendemos de que hemos sido crucificados con Cristo
(Gálatas 2:20) y que hemos nacido de nuevo completamente como nuevas criaturas
(2 Corintios 5:17). La vida cristiana es una de morir a sí mismo y de
levantarnos a "caminar en la novedad de vida" (Romanos 6:4), y esa
vida nueva se caracteriza por tener pensamientos sobre aquel que nos salvó, no
por tener los pensamientos acerca de la carne muerta que ha sido crucificada
con Cristo. Cuando continuamente estamos pensando en nosotros mismos y
complaciendo la carne en los pecados de los cuales hemos sido liberados,
estamos básicamente cargando un cadáver, lleno de podredumbre y muerte. La
única manera de enterrarlo completamente es por el poder del Espíritu, que es
la única fuente de fortaleza. Fortalecemos la nueva naturaleza cuando la
alimentamos continuamente con la palabra de Dios, y por medio de la oración
obtenemos el poder que necesitamos para escapar del deseo de volver a la vieja
vida de pecado.
Entonces, ¿por qué tantos cristianos viven como si estuvieran aún en la
esclavitud? Por una sencilla razón; a menudo nos rebelamos contra nuestro amo,
negándonos a obedecerle y aferrándonos a nuestras vidas pasadas. Nos sujetamos
a los pecados que una vez nos ataron a Satanás como nuestro amo. Ya que nuestra
nueva naturaleza aún vive en la vieja naturaleza carnal, todavía somos atraídos
al pecado. Pablo le dice a los de Éfeso que "se despojen" del viejo hombre viciado conforme a los deseos
engañosos y que "se vistan" del nuevo hombre creado según Dios en la
justicia. Despojarse de la mentira, y vestirse de la verdad. Dejar a un lado el
robar, y convertirse en alguien útil y que trabaja. Despojarse de la amargura,
la rabia y la ira, y vestirse de bondad, compasión y perdón (Efesios 4:22-32).
Hemos sido liberados de la esclavitud del pecado, pero a menudo nos volvemos a
poner las cadenas porque hay una parte de nosotros que ama la vida antigua.
Debemos escuchar el corazón de Dios, para que por medio del estudio de su
Palabra, aprenderla para obrar de acuerdo a lo que quiere Dios que hagamos y
para dejar de ser presa de aquellos falsos maestros que tergiversan la palabra
de Dios y que muchos hermanos por falta de conocimiento bíblico son capturados
y los hacen caer en creencias de doctrinas falsas, con razón Jesús dijo que : “ en él y su palabra seremos libres “.
Sé que para nuestras iglesias se llenen de este tipo de personas, necesitaremos
a la vez en nuestros púlpitos Lideres que se hallan forjado con esta
disciplina.
Recordemos hermanos que perseverar en el estudio de la palabra santa, nos
acerca más a Dios, nos hace libres, engrandecemos nuestra fe y nos ayuda a
hacer la voluntad de Dios.
Franci Suarez