domingo, 28 de agosto de 2022

EVALUANDO LOS PÚLPITOS DE HOY

 


 

 PREDICACIÓN DE HOY

SEIS COSAS MALIGNAS EN LA IGLESIA

Por Francis Suarez

Todo el que conozca algo de mi manera cuando predico,  sabe que estoy comprometido con la predicación expositiva. Es mi firme convicción de que el ministerio de la Palabra de Dios debe ser siempre el corazón y el centro del ministerio de la iglesia (2 Tim. 4:2). Una adecuada predicación bíblica debe ser, expositiva, teológica, y centrada en Dios.

Lamentablemente  escasea en estos días esta predicación. Y es que existen un montón de comunicadores evangélicos talentosos en el movimiento moderno, pero los sermones de hoy tienden a ser homilías breves, superficiales y tópicas que dan masaje al ego de la gente y se centran en temas bastante insípidos como las relaciones humanas, el “éxito” en la vida, los problemas emocionales, y otros temas prácticos pero según el mundo-y definitivamente no bíblicos. Tal predicación es ligera y sin sustancia, barata y sintética, dejando poco más que una efímera huella en la mente de los oyentes.

Aquí están, aproximadamente en el orden en que se me ocurrieron. Esto es lo que hay de malo con la predicación bíblica superficial y de manera marginal de hoy en día en muchas Iglesias.

1. Usurpa la autoridad de Dios sobre el alma. El hecho de que un predicador proclame o no con valentía la Palabra de Dios, en última instancia no es una cuestión de autoridad. ¿Quién tiene derecho a hablar a la iglesia? ¿El predicador, o Dios? Siempre que algo sustituya la predicación de la Palabra de Dios, la autoridad de Dios será usurpada. ¡Qué cosa tan llena de orgullo se comete! De hecho, es difícil concebir algo más insolente que pueda ser hecho por un hombre que es llamado por Dios a predicar.

2. Se elimina el Señorío de Cristo de su iglesia. ¿Quién es la Cabeza de la iglesia? Es Cristo realmente la autoridad dominante en la enseñanza de la iglesia? Si es así, ¿por qué hay tantas iglesias donde su Palabra no está siendo fielmente proclamada? Al observar el ministerio contemporáneo, vemos programas y métodos que son fruto de la invención humana; frutos de las encuestas de opinión y encuestas de barrio. Estos nuevos predicadores, en esencia, han arrebatado el control del programa de la iglesia de su verdadera Cabeza: “ El Señorío Jesucristo ”. Nuestros antepasados puritanos resistieron la imposición de las liturgias impuestas por el gobierno precisamente por esta razón: lo vieron como un ataque directo a la jefatura de Cristo sobre Su propia iglesia. Los predicadores modernos quienes han descuidado la Palabra de Dios han cedido a aquello por lo que esos hombres lucharon y murieron. Cuando Jesús Cristo es exaltado entre su pueblo, su poder se manifiesta en la iglesia. Cuando la iglesia es comandada por representantes que quieren apaciguar la cultura, el Evangelio es minimizado, se pierde poder, se debe fabricar energía artificial, y la superficialidad toma el lugar de la verdad.

3. Obstaculiza la labor del Espíritu Santo. ¿Cuál es el instrumento que el Espíritu utiliza para hacer su obra? La Palabra de Dios. Él usa la Palabra como instrumento de regeneración (1 Ped. 1:23; Santiago 1:18). También lo utiliza como medio de santificación (Juan 17:17). De hecho, es la única herramienta que usa (Efesios 6:17). Así que cuando los predicadores abandonan la Palabra de Dios, socavan la obra del Espíritu Santo, produciendo conversiones superficiales y cristianos espiritualmente cojos -si no es que totalmente falsos-.

4. Separa al predicador personalmente de la gracia santificante normal de la Escritura. El mayor beneficio personal que obtengo de la predicación es la obra que el Espíritu de Dios hace en mi propia alma al estudiar y prepararme para la exposición o realización de artículos que desarrollo para continuar la obra de la gran comisión mandada por el  Señor. Semana tras semana, el deber de cuidar la exposición mantiene mi corazón centrado y fijo en las Escrituras, y la Palabra de Dios me nutre, mientras me preparo para alimentar del conocimiento de las Escrituras a mis hermanos en la Fe, y aquellos que aun no conocen de Cristo Jesús.    El enemigo de nuestras almas está tras los predicadores en particular, y la gracia santificante de la Palabra de Dios es esencial para nuestra protección.

5. Miente a la gente acerca de lo que realmente necesita. En Jeremías 8:11, Dios condena a los profetas que trataron con las heridas de las personas superficialmente. Este versículo se aplica poderosamente a los Pastores y  predicadores de plástico que habitan tantos púlpitos evangélicos prominentes de hoy. Omiten las verdades sobre el pecado y el juicio. Moderan el tono ofensivo de las partes del mensaje de Cristo. Mienten a la gente acerca de lo que realmente necesitan, prometiéndoles “satisfacción” y bienestar terrenal, cuando lo que las personas realmente necesitan es un visión exaltada de Cristo y de una verdadera comprensión del esplendor de la santidad de Dios.

6. Despoja el púlpito del poder.  “La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos” (Hebreos 4:12). Todo lo demás es impotente, dando sólo una ilusión de poder simplemente. La estrategia humana no es más importante que la Escritura. La habilidad del empresario de espectáculos para atraer a la gente no debe impresionarnos más que habilidad de la Biblia para transformar vidas.

Así que, predique la Palabra, a pesar de que actualmente esté pasado de moda hacerlo, según muchos (2 Tim. 4:2). Esa es la única manera en que su ministerio puede llegar a ser verdaderamente fructífero. Además, garantiza que usted va a ser fructífero en el ministerio, porque la Palabra de Dios nunca regresa vacía, y siempre cumplirá aquello para lo cual Él la envió, y prosperará en aquello a lo que Él envía hacer (Isaías 55:11)

Amen

 


domingo, 21 de agosto de 2022

¿Cuál es el propósito de la iglesia?

 

¿Cuál es

el propósito de la iglesia?


Antes de convertirme y entregarme a Cristo, me hacía siempre esa pregunta, en realidad cual es el propósito de las iglesias; pues bien ya andando en los caminos del Señor, tenemos claro esto. 

En el libro de los Hechos la cita del capítulo  2:42 puede ser considerada como una declaración del propósito de la iglesia, “ Y perseveraban en la doctrina de los

apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y las oraciones.”  Así que, de acuerdo a esta Escritura, el propósito o actividades de la iglesia deben ser;

 (1) Enseñar la doctrina bíblica, (2) proveer un lugar de convivencia para los creyentes, (3) celebrar la Cena del Señor, y (4) orar.

Definitivamente la iglesia está para enseñar la doctrina Bíblica, a fin de que podamos ser arraigados en nuestra fe. Efesios 4:14 nos dice, “ para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagemas de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error.” La iglesia está para ser un lugar de compañerismo, donde los cristianos puedan convivir fraternalmente y honrarse unos a otros (Romanos 12:10), instruirse unos a otros (Romanos 15:14), ser benignos y misericordiosos unos con otros (Efesios 4:32), animarse unos a otros (1 Tesalonicenses 5:11), y lo más importante, amarse unos a otros (1 Juan 3:11).

La iglesia está para ser un lugar donde los creyentes puedan celebrar la Cena

del Señor, recordando la muerte de Cristo y Su sangre derramada por nosotros (1

Corintios 11:23-26). El concepto de “partir el pan” (Hechos 2:42) también conlleva la idea de comer juntos. Este es otro ejemplo del compañerismo promovido por la iglesia. El propósito final de la iglesia, de acuerdo a Hechos 2:42 es orar. La iglesia es un lugar que promueve la oración, enseña la oración, y practica la oración. Filipenses 4:6-7 nos anima a hacerlo, “ Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.”

Otra “comisión” dada a la iglesia es el proclamar el Evangelio para la Salvación, a través de Jesucristo (Mateo 28:18-20; Hechos 1:8). La iglesia es llamada a compartir fielmente el Evangelio a través de su palabra y hechos. La iglesia está para ser un “faro de luz” en la comunidad – guiando a la gente hacia nuestro Señor y Salvador Jesucristo. La iglesia está tanto para promover el Evangelio como para preparar a sus miembros a proclamarlo (1 Pedro 3:15).

Algunos propósitos finales de la iglesia son dados en Santiago 1:27, donde leemos “La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo.” La iglesia está para ministrar a aquellos que están en necesidad. Esto incluye no sólo el compartir el Evangelio, sino también proveer para sus necesidades físicas (comida, ropa, hospedaje) como sea necesario y apropiado. La iglesia está también para equipar a los creyentes en Cristo con las herramientas que ellos necesitan para vencer al pecado y permanecer libres de la contaminación del mundo. Esto es logrado por los principios dados anteriormente -- enseñanza bíblica y compañerismo cristiano.

Así que, con todo lo que hemos dicho, ¿cuál es el propósito de la iglesia? Pues bien hermanos a mí me gusta particularmente  la ilustración de 1ra Corintios 12:-27. Que nos dice que La iglesia es el “cuerpo” de Dios – somos Sus manos, boca y pies en este mundo hermanos. Estamos para hacer las cosas que Jesucristo haría si Él estuviera aquí físicamente en el mundo. La iglesia está para ser “cristiana” --- es decir, “como Cristo y para ser seguidores de Cristo. Amen HERMANOS.

 

Francis Suarez

Art. 13 febrero del 2014.

 


domingo, 14 de agosto de 2022

¿ A la luz del regreso de Cristo, Cómo debemos vivir nuestras vidas ?

 


¿ A la luz del regreso de Cristo, Cómo debemos vivir nuestras vidas ?



Queridos hermanos en la fe y estimados lectores, Creemos que el regreso de Cristo es inminente, es decir, Su regreso puede ocurrir en cualquier momento. Nosotros, como el apóstol Pablo, buscamos “la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13). Sabiendo que el Señor puede regresar hoy, algunos son tentados a dejar lo que estén haciendo y sólo “esperar” Por Él.

Sin embargo, hay una gran diferencia entre saber que Jesús podría regresar hoy y saber que Él regresará hoy. Jesús dijo, “Nadie sabe el día ni la hora” (Mateo 24:36). El tiempo de Su venida es algo que Dios no ha revelado a nadie, y así, hasta que Él nos llame a Sí mismo, debemos continuar sirviéndole. En la parábola de Jesús de los diez talentos, el rey que estaba por ausentarse, instruye a sus siervos: “Negociad, entre tanto que vengo” (Lucas 19:13).

El regreso de Cristo siempre se presenta en la Escritura como una gran motivación para actuar cierto, no como una razón para dejar de hacerlo. En 1 Corintios 15, Pablo resume su enseñanza sobre el arrebatamiento diciendo, “Así que… estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (Verso 58). En 1 Tesalonicenses 5, Pablo concluye una lección sobre la venida de Cristo con estas palabras; “Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios” (Verso 6). Retroceder y “cuidar el puesto” nunca fue la intención de Jesús para nosotros. En vez de eso, trabajemos mientras podamos. “…la noche viene, cuando nadie puede trabajar” (Juan 9:4).

Los apóstoles vivieron y sirvieron con la idea de que Jesús podría regresar durante el término de sus vidas; ¿qué hubiera sucedido si hubieran dejado de trabajar y sólo hubieran “esperado”? Hubieran estado en desobediencia a la Gran Comisión de “ir por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15), y el evangelio nunca habría sido esparcido. Los apóstoles entendieron que el regreso inminente de Jesús significaba que ellos debían ocuparse de la obra de Dios. Ellos vivieron la vida al máximo, como si cada día fuera el último. Nosotros, como ellos, debemos ver cada día como un regalo y usarlo para glorificar a Dios.


sábado, 6 de agosto de 2022

¿Verdaderamente Cuál es el origen del pecado?

 

¿Verdaderamente Cuál es el origen del pecado?



Siempre llegamos a la eterna pregunta de dónde y cómo empezó el pecado; esta  ha sido explorada y debatida por algunas de las mentes más brillantes de la historia, sin embargo, nadie puede dar una respuesta completamente definitiva o satisfactoria. Algunos erróneamente, citando a Isaías 45:7, pretenden hacer que Dios sea el autor del pecado: "Que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo el Señor soy el que hago todo esto". La palabra maldad, del original hebreo rah, se traduce mejor como "calamidad". El contexto de este pasaje se refiere a la soberanía de Dios sobre los desastres naturales. Dios es soberano sobre todas las cosas (Éxodo 4:11), pero no es el autor del pecado (1 Juan 1:5; cf. Santiago 1:13). Él odia el pecado (Proverbios 8:13). El mal moral se originó en la criatura, no en el Creador.

Juan Calvino uno de los impulsadores de la Reforma  escribió en una de sus obras un extracto de una cita bíblica que dice : "Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera' [Génesis 1:31]. Haciendo énfasis en que todo lo creado por Dios era y es perfecto y de El no sale el Mal ¿De dónde viene, pues, esta maldad del hombre, para que se aleje de su Dios? Para que no pensemos que proviene de la creación, Dios había puesto Su sello de aprobación a lo que había surgido de él mismo. Por su propia mala intención, entonces, el hombre corrompió la naturaleza pura que había recibido del Señor; y en su caída arrastró consigo a toda su descendencia a la destrucción. Por consiguiente, debemos considerar la causa evidente de la condenación en la naturaleza corrupta de la humanidad - que se encuentra más cerca de nosotros - y no buscar una causa oculta y totalmente incomprensible en la predestinación de Dios" [Institutos, 3:23:8]. En otras palabras, el pecado no formaba parte de la creación original, ni fue decretado por la voluntad del Creador.

El primer hombre, Adán, pecó, y su transgresión sumió a la humanidad en el pecado, aunque éste no fue el origen del pecado. Ezequiel 28:13-15 habla en sentido figurado de Satanás, que fue creado originalmente sin defecto, como lo fueron todas las cosas creadas por Dios. El versículo 15 nos da una pista sobre el origen del pecado: "Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad". Isaías 14:12-14 indica además que Satanás (Lucifer) pecó en su orgullo y su codicia del trono de Dios. Cuando se rebeló contra Dios, Satanás fue expulsado del cielo (Ezequiel 28:15-17; cf. 1 Timoteo 3:6).

Esto nos lleva a la pregunta, ¿Cómo se manifestó el mal en una criatura perfecta? Puede ser conveniente mencionar que el mal no es una cosa creada, no es una criatura y no tiene un ente independiente. Además, el mal no tiene una norma como la bondad; es una carencia, una deficiencia, una falta de la norma de la bondad perfecta de Dios. Todo pecado, por muy trivial que parezca, no alcanza la perfección moral. Dios siempre es coherente con Su naturaleza perfecta (Deuteronomio 32:4). Todo pecado, por lo tanto, debe venir de la criatura, y el deseo de maldad surge del interior de la criatura (Santiago 1:14-15). El pecado se "halló" en Lucifer debido a la elección que hizo ese ángel de buscar algo distinto a lo que Dios había elegido para él. Cada vez que buscamos algo "distinto" a la elección de Dios, pecamos.

Decir que el pecado se originó en las criaturas de Dios no significa que a Dios le sorprendiera o lo tomara por sorpresa. Aunque Dios no provocó el pecado, ciertamente lo permitió o no existiría, ya que Dios es soberano sobre todas las cosas. Es cierto que podría haber evitado el pecado, pero eso habría significado despojar a Su creación de su libre albedrío (Daniel 4:17; cf. Salmo 33:10-11). Todos Sus caminos son buenos. "No hay ningunas tinieblas en él" (1 Juan 1:5), y ahora mismo está haciendo que todas las cosas obren para bien (Romanos 8:28; cf. Isaías 46:9-10).

El misterio del mal y la razón por la que Dios ha permitido que exista, con todo el sufrimiento que causa, puede que nunca se conozca completamente en este mundo, sin embargo, las Escrituras aseguran que el mal es temporal. Una vez que el plan redentor de Dios haya culminado, Jesucristo habrá destruido la obra del diablo para siempre (1 Juan 3:8).

 

Francis Suarez