martes, 16 de abril de 2019

¿Qué es la gracia?


¿Qué es la gracia?
Millones de cristianos alrededor del mundo han escuchado acerca de la gracia de Dios. ¿cuántos realmente comprenden la importancia de este concepto?
¿Qué es la gracia en realidad y cuál es su relación con la salvación? La Biblia explica claramente que la gracia es un don de Dios; es el regalo de su misericordia clemente e inmerecida para la humanidad.
Dios es misericordioso
En Éxodo 34:6-7, Dios dice lo siguiente a Moisés: “¡Eterno! ¡Eterno! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado”.
En Salmos 145:8-9, el rey David también enfatiza en la naturaleza misericordiosa de Dios; “Clemente y misericordioso es Jehová, lento para la ira, y grande en misericordia. Bueno es Jehová para con todos, y sus misericordias sobre todas sus obras”.
Y, más adelante, el apóstol Pedro explica que Dios es el “Dios de toda gracia” (1 Pedro 5:10).
Entonces, ¿qué es la gracia? Es la esencia misma del carácter de Dios; aquello que se manifiesta con tanta abundancia en sus actos de piedad, misericordia, compasión y altruismo.
¿Por qué necesitamos de la gracia de Dios?
En primer lugar, debemos reconocer que, como leemos en Romanos 3:23, “todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”, y que además, “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23). En otras palabras, el pecado, o infracción de la ley (1 Juan 3:4), conlleva un sentencia, que es la pena de muerte. Sin embargo, Jesucristo pagó esa pena por nosotros por medio de su sacrificio.
Fue el sacrificio de Cristo, el derramamiento de su sangre, lo que hizo posible que Dios nos diera el regalo de su gracia; como dice Romanos 3: 24, podemos ser “justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”. Por lo tanto, la gracia de Dios se recibe a través de Jesucristo, y, si no la recibiésemos, moriríamos como consecuencia de nuestros pecados sin la oportunidad de tener vida eterna.
Efesios 1:5-6 nos muestra que el plan de Dios consiste en tener misericordia de toda la humanidad, perdonar nuestros pecados y predestinarnos a ser adoptados y aceptos por Él: “en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado”.
¿Quién recibe la gracia de Dios?
La gracia es un regalo de Dios. Es cierto que no puede ganarse, pero tampoco se obtiene automáticamente. Estas son algunas de las características de quienes reciben la gracia de Dios:
  • Aquellos que tienen fe; como leemos en Romanos 5:1-2, “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios”.
  • Aquellos que son humildes; como expresa el apóstol Pedro, “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (1 Pedro 5:5), lo cual confirma Santiago más adelante: “Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (Santiago 4:6).
  • Aquellos que son perdonados; “en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia” (Efesios 1:7).
Pero, por supuesto, finalmente solo Dios decide a quién dará su gracia. “¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera. Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca” (Romanos 9:14-15).
¿Qué espera Dios de nosotros?
Jesucristo dio su vida por nosotros, nos absolvió de la pena de muerte y perdonó nuestros pecados a través de su gracia. Como dice Hechos 15: 11, “Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos”.
Dios, por su gracia, nos da el regalo del perdón y eventualmente nos dará vida eterna. Pero Él espera que nosotros cambiemos nuestra manera de vivir, dejando atrás el pecado.
Es cierto que no podemos ganar la gracia de Dios, “porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8.9). Pero también debemos tener en cuenta que “somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (v. 10).
En otras palabras, cuando alguien se arrepiente de sus pecados y se bautiza, debe comenzar a vivir “para buenas obras”, como una persona diferente cuya mente está enfocada en servir a Dios y a los demás. Nuestra manera de pensar y nuestra estilo de vida ya no pueden ser los mismos de antes.
La ley y la gracia
La relación que existe entre la ley y la gracia de Dios es comúnmente malentendida. La Biblia enseña que estos dos conceptos no están en oposición, sino estrechamente conectados.
El apóstol Pablo explica este tema con la siguiente palabras: “¿Qué, pues, diremos?
¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?” (Romanos 6:1-2). Y en los versículos 14 y 15 continua: “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia. ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera”.
Más adelante, Santiago clarifica que “la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma… ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?” (Santiago 2:17, 20).
Esto quiere decir que, así como la gracia de Dios es absolutamente necesaria para obtener la salvación, también lo son las buenas obras, “las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10).
¿Cuál es el propósito de la gracia de Dios?
Como hemos visto, la gracia es la misericordia inmerecida y clemente de nuestro Creador. Es un regalo maravilloso que debería motivarnos a vivir como nuestro Dios misericordioso desea que lo hagamos.
¿Cuál será el destino de quienes reciban la gracia de Dios? ¡Serán salvos y formarán parte del reino de Dios! Eventualmente, Jesucristo regresará a la tierra para establecer un reino divino donde todos aprenderán acerca de la misericordia y la gracia de nuestro Creador y aceptarán su camino de vida.
“Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia” (Hebreos 12:28).


"¿Qué significa que el Verbo se hizo carne


"¿Qué significa que el Verbo se hizo carne (Juan 1:14)?"

El término palabra se utiliza de diferentes maneras en la Biblia. En el Nuevo Testamento, hay dos palabras griegas que se traducen para "palabra": rhema y logos. Tienen significados ligeramente diferentes. Rhema generalmente significa "una palabra hablada". Por ejemplo, en Lucas 1:38, cuando el ángel le dijo a María que sería la madre del Hijo de Dios, ella respondió, "He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra [rhema]".

Logos, sin embargo, tiene un significado más amplio y filosófico. Este es el término que se usa en Juan 1. Por lo general implica un mensaje completo, y se usa principalmente en referencia al mensaje de Dios a la humanidad. Por ejemplo, Lucas 4:32 dice que, cuando Jesús enseñó a la gente, "Y se admiraban de su doctrina, porque su palabra [logos] era con autoridad". El pueblo estaba maravillado no sólo por las palabras que Jesús usó, sino por todo su mensaje.

"El Verbo" (Logos) en Juan 1, se está refiriendo a Jesús. Jesús es el mensaje total — todo lo que Dios quiere comunicarle al hombre. El primer capítulo de Juan nos da una idea dentro de la relación Padre/Hijo, antes que Jesús viniera a la tierra en forma humana. Él preexistió con el Padre (versículo 1), Él estuvo involucrado en la creación de todo (versículo 3), y Él es "la luz de los hombres" (versículo 4). El Verbo (Jesús) es la completa expresión de todo lo que es DIOS (Colosenses 1:19; 2:9; Juan 14:9). Pero Dios Padre es Espíritu. Él es invisible para el ojo humano. El mensaje de amor y redención que Dios habló a través de los profetas, no ha sido escuchado por siglos (Ezequiel 22:26; Mateo 23:37). A las personas les resultó fácil el ignorar el mensaje de un Dios invisible y continuaron en su pecado y rebelión. Así pues, el mensaje se hizo carne, tomó forma humana y vino a habitar entre nosotros (Mateo 1:23; Romanos 8:3; Filipenses 2:5-11).

Los griegos usaron la palabra logos para referirse a la "mente", "razón" o "sabiduría" de una persona. Juan utilizó este concepto griego para comunicar el hecho de que Jesús, la segunda persona de la Trinidad, es la autoexpresión de Dios al mundo. En el Antiguo Testamento, la palabra de Dios trajo el universo a la existencia (Salmo 33:6) y salvó a los necesitados (Salmo 107:20). En el capítulo 1 de su evangelio, Juan está apelando tanto a judíos como a gentiles para recibir al Cristo eterno.

Jesús contó una parábola en Lucas 20:9-16 para explicar por qué el Verbo se había convertido en carne. "Un hombre plantó una viña, la arrendó a labradores, y se ausentó por mucho tiempo. Y a su tiempo envió un siervo a los labradores, para que le diesen del fruto de la viña; pero los labradores le golpearon, y le enviaron con las manos vacías. Volvió a enviar otro siervo; mas ellos a éste también, golpeado y afrentado, le enviaron con las manos vacías. Volvió a enviar un tercer siervo; mas ellos también a éste echaron fuera, herido. Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? Enviaré a mi hijo amado; quizá cuando le vean a Él, le tendrán respeto. Mas los labradores, al verle, discutían entre sí, diciendo: Este es el heredero; venid, matémosle, para que la heredad sea nuestra. Y le echaron fuera de la viña, y le mataron. ¿Qué, pues, les hará el señor de la viña? Vendrá y destruirá a estos labradores, y dará su viña a otros”.

En esta parábola, Jesús les estaba recordando a los líderes judíos que ellos habían rechazado a los profetas y que ahora estaban rechazando al Hijo. El Logos, el Verbo de Dios, ahora iba a ser ofrecida a todos, no sólo a los judíos (Juan 10:16; Gálatas 2:28; Colosenses 3:11). Por causa de que el Verbo se hizo carne, tenemos un sumo sacerdote que puede compadecerse de nuestras debilidades, uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. (Hebreos 4:15)

Eutico se cayó


Eutico se cayó

Hechos 20: 7-12  El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche. 8 Y había muchas lámparas en el aposento alto donde estaban reunidos; 9 y un joven llamado Eutico, que estaba sentado en la ventana, rendido de un sueño profundo, por cuanto Pablo disertaba largamente, vencido del sueño cayó del tercer piso abajo, y fue levantado muerto. 10 Entonces descendió Pablo y se echó sobre él, y abrazándole, dijo: No os alarméis, pues está vivo. 11 Después de haber subido, y partido el pan y comido, habló largamente hasta el alba; y así salió. 12 Y llevaron al joven vivo, y fueron grandemente consolados.

Introducción
He titulado este mensaje “Eutico se cayó”. ¿Usted sabía que Eutico se cayó? Pues fíjese que sí, él se cayó y desde el tercer piso. Esta sí que fue caída, la Biblia nos dice muy claro en el verso 9 que se cayó desde el tercer piso… Hay caídas leves y otras graves, unas causan pequeños rasguños, otras fracturas, pero están las caídas que causan la muerte como fue la caída de Eutico. Para contemplar esta caída es necesario que observemos cinco cosas que estuvieron presentes a la hora de la caída de Eutico.
1.Lámparas encendidas. 2. Aposento alto, 3 La ventana, 4.La noche, 5 La ciudad de Troas.

La Biblia dice que la reunion que tenia Pablo con los creyente se estaba realizando en la ciudad de Troas que es una ciudad portuaria, una ciudad a las ahorias del mar, a demas de eso se realizaba en el tercer piso al cual los discipulos le llamaban “aposento alto”, y en el verso 8 leemos que habian muchas lámparas encendidas, la razon es que ya era muy noche y para iluminar el luagr de la reunion las habian ensendido, pero por causa del calor el lugar tenia una ventana que quizas daba hacia el mar permitiendo así el fluyo de aire fresco venido del mar para refrescar el lugar donde se encontraban y tal parece que la tenian habierta ya que por ese lugar fue que Eutico se cayó.

1. Las lamparas encendidas
El verso 8 habla de muchas lamparas encendidas, simbólicamente tambien cada creyente que estaba allí era como una lamparara encendida incluyendo a Eutico ya que Jesus dijo: Mateo 5: 14 “ Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.”

2.  El Aposento Alto
El diccionario nos dice que aposento quiere decir habitación.  Esta habitación donde estaban reunidos los hermanos de Troas para escuchar a Pablo, estaba en un lugar alto, era un tercer piso dice el v. 9. Esto es muy interesante que precisamente en un aposento alto donde el Señor Jesús se reunió con sus doce discípulos a celebrar la Pascua en la última semana de su ministerio en la tierra  (Lucas 22: 1-13).   Fue también en un aposento alto donde se reunieron los discípulos el día de Pentecostés cuando descendió sobre los allí presentes el Espíritu Santo       Hechos 1: 13-14 Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo. 14 Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos. En la visión que tuvo el profeta Ezequiel  del  templo  de  Dios pudo  ver  que  éste  tenía  tres pisos Ezequiel 41: 6 Las cámaras laterales estaban sobrepuestas unas a otras, treinta en cada uno de los tres pisos. Tanto el tabernáculo  en  el  desierto como el templo en Jerusalén tenían 3 partes:  el atrio, el lugar santo y el lugar santísimo. En el lugar santísimo era sonde desendia la misma presencia de Dios.  Es el lugar donde habita Dios. Isaías 57: 15   “ Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita en la eternidad, y cuyo nombre es el Santo:  Yo habito en la altura y la santidad...”  La visión de Ezequiel nos habla individualmente a cada uno de nosotros como templo del Dios vivo, como le dijo Pablo a los corintios que somos templos de Dios.(1Corintios 3: 16; 2Corintios 6: 16).   Somos un templo que tiene 3 pisos “espíritu, alma y cuerpo” 1 Tesalonisinses 5:23 “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espiritu, alma y cuerpo,…”  somos un templo que tenemos el aposento alto en el tercer piso que en este caso es nuestro espiritu… El apóstol Pablo decía que había sido arrebatado al tercer cielo, donde había escuchado palabras inefables que no le es dado al hombre expresar (2Cor.12: 1-5). El tercer cielo nos habla de la misma presencia de Dios.   El aposento alto estaba en el "tercer piso." El tercer piso es el lugar donde Dios nos a sentado Efesos 2: 6Y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo.” El aposento alto nos habla del tercer piso, el tercer cielo, es el lugar donde el Señor quiere que nos reunamos todos los que poseemos una lámpara encendida con el fuego del Espíritu de Dios. 

3. La Ventana
Quizás por causa de la aglomeración de gente hacía mucho calor y por eso Eutico optó por sentarse en una ventana.  Así podría disfrutar del aire fresco que venía de afuera.  Troas era una ciudad marítima situada en   la costa del  mar  Egeo.  Así que no solo la extensa disertación de Pablo, sino la brisa que soplaba desde el mar causaron que Eutico se durmiera.  Esto le hizo perder el balance y cayó desde el tercer piso no hacia dentro del aposento sino hacia fuera  causándole la muerte. El "Eutico" de hoy día es todo cristiano que se encuentra  acomodado en una ventana recibiendo las corrientes de la brisa que viene de fuera del Aposento Alto.  Recibiendo y disfrutando de las corrientes de este mundo. A muchos cristianos la brisa del  mar  de doctrinas  e  influencias  mundanas los estan durmiento en la ventana. Los  Gálatas  comenzaron  por  el  Espíritu  y estaban terminado  por la carne (Gal. 3: 3).   Hay creyentes que cuando están en los canticos están muy alegres gritan, brincan, danzan y hasta corren, pero cuando llega el mensaje de la Palabra de Dios, estan abostesando y hasta casi durmiéndose, porque la encuentran extensa y tediosa. Esa condición nos recuerda a la iglesia de Laodicea que dice:  Yo soy rico y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo” (Apocalipsis 3: 17-19). Un creyente así necesita arrepentirse.  De lo contrario le espera lo  mismo lo que le sucedió a  Eutico.

4. La noche
Eutico se durmió quizás a media noche, cuando todo estaba oscuro, no hay visibilidad por la noche, la visión desaparece y solo las tinieblas gobiernan. El Señor Jesús nos enseña en la parábola del trigo y la cizaña lo que sucede cuando nos quedamos dormidos. Mateo 13: 24-30 leemos las historia contada en los labios del Señor Jesús que dice: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró  buena  semilla en su campo;  pero mientras  dormían los hombres,  vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo y se fué…  Cuando  leemos  el resto  de  la parábola nos damos cuenta de la consecuencia del sembrar  la  semilla del enemigo el diablo en el campo de trigo del Señor que es su iglesia.  La cizaña crece juntamente con el trigo . . . y da fruto. Se nos advierte en 1Tesalonicensess. 5: 1-10, que no durmamos como los que andan en tinieblas.  Porque somos hijos de luz. . . Hijos del día.   Creo que entendemos que no estamos hablando del sueño en lo natural que sabemos nuestros cuerpos necesitan.  Hablamos del sueño que causa  la  brisa  mundanal  que nos hace  caer  dormidos espiritualmente hablando.  Sueño que nos hace perder el balance y al igual que Eutico podemos caer desde el tercer piso donde nos hemos estado gozando en la presencia de  Dios.

5. La ciudad de Troas
Eutico cayó muerto del impacto al caer desde el tecer piso. Se cayó por una ventana. Lo triste de él fue que se sentó entre la vida y la muerte, y al dormise no se cayó hacia el lado de la vida sino al lado de la muerte. La Biblia que a Eutico lo recogieron muerto por haberse caido desde el tercer piso. El  Señor Jesús le dijo a la iglesia de Sardis: “Yo conozco tus obras que tienes nombre de que vives y estás muerto. (Ap. 3: 1- 4).  A satanás no hay que abrirle ni la más minima ventana de nuestra vida, porque por medio de ella nos puede llevar a la muerte, por medio de ella Satanás siembra su similla de muerte. La  semilla  que  el  enemigo  de  Dios  siembra  en  su  pueblo  da fruto de muerte. Por tal razón el fruto de los "Euticos" caídos es obra muerta. Son obras de la carne que desagradan a Dios. Tienen nombre de que viven pero estan muertos, tienen semejanza de vida pero estan muertos porque ya se cayeron, solo hacen apariencia de que viven pero relamente ya estan muertos. El Señor Jesús les dijo a los fariseos, en Mateos 23: 27 Sois semejantes a sepulcros blanqueados. Mucha blancura,  pureza y apariencia de piedad por fuera pero por dentro solo hay muerte. Hay esperanza para los "Euticos" caídos al nivel de muerte espiritual en la ciudad de Troas. Salmo 37: 24 “ Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, porque Jehová sostiene su mano. “ Pablo  descendió  desde  el  tercer  piso a  impartirle  vida  a  Eutico.  Así también nos corresponde hacer nosotros. 

Bajemos del nivel del tercer piso donde estamos gozándonos y disfrutando de la de la vida de   Dios  y vayamos  a la ciudad de Troas a impartir vida  a  quienes  la han perdido. Usted abrase al "Eutico" caído, muestrele el amor de Dios. Aquellos que estamos recibiendo la bendición de Dios en el aposento alto que está en el tercer piso, viajemos a Troas que es la ciudad de muertos espirituales para impartirles vida por medio de nuestro Señor Jesucristo. Hagámoslo con esta advertencia: Cuando viajemos al nivel de Troas que es el primer piso el de la carne hagalo con el cuidado de no querer quedarse en ese lugar es necesario volver a subir al tercer piso, Pablo así lo hizo.
                                 


"¿Cuál es el propósito de la iglesia?"


"¿Cuál es el propósito de la iglesia?"



Las Sagradas Escrituras en el libro de los Hechos 2:42 puede ser considerado como una declaración del propósito de la iglesia, “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y las oraciones”. Así que, de acuerdo a esta Escritura, el propósito o actividades de la iglesia deben ser; (1) Enseñar la doctrina bíblica, (2) proveer un lugar de compañerismo para los creyentes, (3) celebrar la Cena del Señor, y (4) orar.

La iglesia debe enseñar la doctrina Bíblica, a fin de que podamos ser arraigados en nuestra fe. Efesios 4:14 nos dice, “para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagemas de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error”. La iglesia está para ser un lugar de compañerismo, donde los cristianos puedan convivir fraternalmente y honrarse unos a otros (Romanos 12:10), instruirse unos a otros (Romanos 15:14), ser benignos y misericordiosos unos con otros (Efesios 4:32), animarse unos a otros (1 Tesalonicenses 5:11), y lo más importante, amarse unos a otros (1 Juan 3:11).

Indudablemente debemos coincidir en creer que la iglesia debe ser un lugar donde los creyentes puedan celebrar la Cena del Señor, recordando la muerte de Cristo y Su sangre derramada por nosotros (1 Corintios 11:23-26). El concepto de “partir el pan” (Hechos 2:42) también conlleva la idea de comer juntos. Este es otro ejemplo del compañerismo promovido por la iglesia. El propósito final de la iglesia, de acuerdo a Hechos 2:42 es orar. La iglesia es un lugar que promueve la oración, enseña la oración, y practica la oración. Filipenses 4:6-7 nos anima a hacerlo, “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.

Otra “comisión” dada a la iglesia es el proclamar el Evangelio para la Salvación, a través de Jesucristo (Mateo 28:18-20; Hechos 1:8). La iglesia es llamada a compartir fielmente el Evangelio a través de su palabra y hechos. La iglesia está para ser un “faro de luz” en la comunidad, guiando a la gente hacia nuestro Señor y Salvador Jesucristo. La iglesia está tanto para promover el Evangelio como para preparar a sus miembros a proclamarlo (1 Pedro 3:15).

Algunos propósitos finales de la iglesia son dados en Santiago 1:27, donde leemos “La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo”. La iglesia está para ministrar a aquellos que están en necesidad. Esto incluye no sólo el compartir el Evangelio, sino también proveer para sus necesidades físicas (comida, ropa, hospedaje) como sea necesario y apropiado. La iglesia está también para equipar a los creyentes en Cristo con las herramientas que ellos necesitan para vencer al pecado y permanecer libres de la contaminación del mundo. Esto se logra por medio de la enseñanza bíblica y el compañerismo cristiano.

Así que, con todo lo que hemos dicho, ¿cuál es el propósito de la iglesia? Pablo da una excelente ilustración a los Corintios en 1 Corintios 12:12-27. La iglesia es el “cuerpo” de Dios – somos Sus manos, boca y pies en este mundo. Estamos para hacer las cosas que Jesucristo haría si Él estuviera aquí físicamente en el mundo. La iglesia está para ser “cristiana” --- es decir, “como Cristo” --- y para ser seguidores de Cristo.

Francis Suarez

Alma Inmortal, es Biblico esto?


Alma inmortal: ¿Qué es el alma?
Tal vez usted se sorprenda cuando sepa que la creencia popular de que el hombre tiene un alma inmortal no es una enseñanza proveniente de la Biblia.

La muerte es una realidad de la vida, aunque nunca sea placentero pensar en ella. La muerte puede ser algo devastador, que nos separa de la familia y los amigos. Quisiéramos creer que al ser amado que ha muerto le espera algo mejor—que se ha ido a “un lugar mejor”.
Lo que sucede después de la muerte es un misterio, agravado por la creencia que tiene la mayoría de las personas, de que la muerte no significa realmente el fin de la vida. La mayoría de los cristianos y no cristianos asumen que cuando muere una buena persona su alma se va inmediatamente para el cielo (o alguna recompensa eterna) y que cuando una persona mala muere, se va al fuego del infierno (o algún lugar de castigo eterno), para ser atormentado por toda la eternidad.
Esta creencia está basada en la falsa premisa de que cada uno de nosotros tiene un alma inmortal que vive en un cuerpo físico, y que cuando el cuerpo físico muere, el alma continúa viviendo. Si esto fuera cierto, entonces el alma necesitaría ir a algún lugar cuando el cuerpo muere—lo cual nos conduce a las ideas populares del cielo y el infierno.
La verdad es algo completamente diferente. Cuando entendemos de qué se trata la vida y la muerte, sabemos que algo infinitamente mejor es lo que les espera a aquellos que han muerto—pero probablemente no es lo que usted espera. La Biblia nos revela que el alma no es inmortal y que cuando una persona muere no va ni al cielo ni al infierno.
El don de la vida y la advertencia de la muerte
En Génesis 2:7 leemos: “Entonces el Eterno Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”.
Las personas son seres vivientes, a los cuales Dios les ha dado milagrosamente vida por medio de la creación. La experiencia y las Escrituras nos dicen que la vida de todo ser humano se termina con la muerte. ¿Pero, qué sucede luego?
Poco después de haber sido creado, a Adán le advirtieron que su vida sería quitada si desobedecía a Dios y tomaba de un árbol específico que había en el jardín del Edén. “Más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2:17).
¿Qué quiso decir Dios cuando le advirtió a Adán que él “moriría”?
Poco después de ser advertidos, Adán y Eva comieron de ése árbol, y entonces les dijeron: “con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás” (Génesis 3:19). No hay ninguna indicación de que sus cuerpos morirían, pero “ellos” (almas inmortales) continuarían viviendo en otra forma, lugar o dimensión.
Origen de la enseñanza de la inmortalidad
De hecho, fue Satanás (representado por la serpiente) quien mintió a Eva, diciéndole que si ella comía de ese árbol no moriría: “Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Génesis 3:4-5).
Al engañar a Eva, Satanás trató de minimizar la autoridad de Dios al afirmar que la desobediencia a su instrucción no iba a resultar en muerte, sino que ella, como Dios, tendría la capacidad de decidir lo que era bueno y lo que era malo. Satanás también dio a entender que ella, como Dios, no moriría. En otras palabras, Satanás introdujo el concepto del alma inmortal.
El engaño de Satanás se convirtió en la enseñanza más representativa del cristianismo, basándose en las antiguas creencias paganas. En el siglo 4 a.C., el filósofo griego Platón popularizó la enseñanza de la inmortalidad del alma:
“Es sin embargo, en las manos de su gran pupilo (de Sócrates), Platón, que la doctrina alcanzó su más elaborada exposición filosófica y defensa…para Platón, el alma es algo específicamente diferente del cuerpo, como lo es el piloto de la barca, el conductor del carro. El alma racional es la verdadera alma del hombre. Es un elemento divino, y es el que es inmortal”.
En Fedón, Platón afirmó: “El alma, cuyo atributo inseparable es la vida, nunca va a admitir el opuesto de la vida, la muerte. Por esto el alma se muestra como algo inmortal y ya que es inmortal, indestructible” (Platón el maestro: Apartes seleccionados de la Apología, Eutidemo, Protágoras, Simposio, Fedro, la República y Fedón de Platón, p. 449). Al escribir acerca de la muerte, más tarde razonó: “¿Es esta [muerte] algo diferente a la separación del alma y el cuerpo?... Estar muerto es alcanzar esta separación en que el alma existe en sí misma y ha partido del cuerpo” (pp. 425-426).
Ninguna otra fuente aparte de la propia lógica de Platón se cita para apoyar esta creencia. Lo que es casi universalmente creído y enseñado no es de la Biblia sino que está basado en el razonamiento de este filósofo griego pagano que vivió cientos de años antes del nacimiento de Jesucristo.
El alma que pecare morirá
En el mensaje profético dado en Ezequiel 18, Dios hace énfasis en que Él va a bendecir y preservar a quien viva justamente (vv. 5-9). Y en el versículo 4 Él declara enfáticamente: “He aquí, que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá”.
La palabra traducida “alma” en cuatro ocasiones en este versículo es la misma palabra hebrea (nephesh) traducida como “ser viviente” en Génesis 2:17. Cuando Dios quita la vida, el “ser viviente” se convierte en el “ser muerto”, tal como Dios le advirtió a Adán.
También podemos ver en la Biblia la condición del alma que ya no está viviendo. Salomón declaró en Eclesiastés 9:5: “Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben”. En el mismo contexto Salomón afirmó: “Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría” (Eclesiastés 9:10). En otras palabras, Salomón nos urge a que hagamos lo máximo posible con nuestra vida porque después de la muerte no hay conciencia, conocimiento o productividad. También el salmo 6:5 y 115:17 “Porque en la muerte no hay memoria de ti; En el Seol, ¿quién te alabará?
Isaias 38:18-19 dice: “Porque el Seol no te exaltará, ni te alabará la muerte; ni los que descienden al sepulcro esperarán tu verdad.19 El que vive, el que vive, éste te dará alabanza, como yo hoy; el padre hará notoria tu verdad a los hijos.
Jesús se refirió a la muerte como una clase de sueño. Veamos el diálogo entre Jesús y los discípulos en Juan 11:11-14: “Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle. Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sanará”. Sin embargo, Jesús estaba hablando de su muerte, pero ellos pensaron que Él estaba hablando de descansar en el sueño. Luego Jesús les dijo claramente: “Lázaro ha muerto”.
El sueño se utiliza para describir la muerte porque una persona que está durmiendo profundamente es como una persona que está en la tumba: no tiene conciencia, es improductiva y no sabe que está pasando el tiempo.
Hebreos 9:27 establece: “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio”. Al analizar este versículo en el contexto de los otros que hemos estudiado, vemos una secuencia de eventos. Después de que la persona muere está en la tumba esperando la resurrección. Cuando una persona es resucitada, habrá un momento de juicio.
Jesús habló de una época en la cual aquellos que han muerto recibirán la vida y también describe una época de juicio: “No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Juan 5:28-29).
El apóstol Pablo dice que vendrá una época en la cual nosotros mortales seremos revestidos de inmortalidad: “…porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad” (1 Corintios 15:52-53).
El punto aquí es que nosotros no tenemos inmortalidad todavía. Debe operarse un cambio para que podamos ser “revestidos” de inmortalidad.
¿Por qué es necesario todo esto si ya somos almas inmortales? ¿Qué sentido tiene la resurrección si la persona nunca muere realmente? ¿Por qué sería necesario un futuro día de juicio si nosotros vamos a tener nuestra recompensa en el momento de la muerte? ¿Por qué es necesario “revestirnos” de inmortalidad si ya somos inmortales?
La respuesta obvia a todos estos interrogantes es que la enseñanza acerca del alma inmortal es errónea. Una persona que muere está en la tumba—inconsciente y no se da cuenta del paso del tiempo—esperando la resurrección.
Algo mejor que vendrá
Una de las escrituras más conocidas de la Biblia dice que el propósito que Dios tiene con la humanidad es darle algo que todavía no tenemos: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (Juan 3:16, énfasis añadido).
De hecho, en Tito 1:2 Pablo escribe que él ha vivido: en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos”.
Ninguno de nosotros tiene vida eterna todavía, es el regalo que Dios está preparando para darnos. La falsa enseñanza de la inmortalidad del alma oscurece el entendimiento del impresionante e increíble plan para darnos el regalo de la vida eterna.


El hijo pródigo


El hijo pródigo: Una parábola con un significado que se pasa por alto
La historia es una de las más famosas y queridas de todas las enseñanzas de Cristo, y nos ofrece una lección descuidada que sigue estando vigente para nosotros en la actualidad.
De todas las parábolas que Jesús relató, la que representa el hijo pródigo tal vez sea la más conmovedora y recordada. Descrita en el Expositor´s Bible Commentary [Comentario Bíblico del Expositor] como: “tal vez la corona y flor de todas las parábolas”, esta historia sólo aparece una vez en la Biblia —sólo se encuentra en el Evangelio de Lucas. A medida que leemos el relato, no podemos menos que sentirnos extasiados por la historia del amor del padre por su hijo rebelde.

La historia es muy corta. Un padre tenía dos hijos, y cuando el menor llegó a la mayoría de edad, le pidió que le diera su parte de la herencia. El padre le concede su petición y pronto su hijo se va para otro país, donde malgasta su riqueza con una forma de vida suntuosa en la que desperdicia y hace toda clase de gastos innecesarios.

Después de que ha malbaratado todo su dinero, escasamente logra sobrevivir con un empleo en el que cuidaba cerdos. Hambriento y sin dinero, él empieza a recapacitar. Decide volver donde su padre y pedirle perdón por su necia conducta. Espera que su padre lo acepte tan solo como uno de sus siervos. Para su sorpresa, y el disgusto de su hermano mayor, su padre le da la bienvenida a su hijo menor, con una gran celebración (Lucas 15:11-32).

Cuando entendemos que esta parábola es una historia imaginaria para ilustrar un punto espiritual, podemos percibir rápidamente que Jesús está usando este relato para enseñarnos del amor que Dios el Padre tiene por cada uno de nosotros. Y, si bien todos hemos sido pecadores, como lo fue el hijo pródigo, es consolador, reconfortante, y sí, es casi incomprensible que Dios el Padre esté dispuesto a aceptarnos de regreso, dados los errores que hemos cometido.

Este resumen de la parábola es muy conocido y nos sentimos muy conmovidos al entenderlo. Pero ahora, analicemos lo que no es tan comúnmente percibido acerca de esta historia y lo que este conocimiento nos debiera motivar a hacer.

El contexto
Tener en cuenta el contexto del pasaje bíblico con frecuencia nos ayuda a entender mejor su significado, y éste es el caso con la parábola del hijo pródigo. El escenario de esta parábola lo encontramos en Lucas 15:1-2, donde vemos a los fariseos y a los escribas criticando a Jesús por compartir y comer con pecadores. Estos líderes religiosos judíos del primer siglo no pensaban que fuera apropiado para una persona de Dios interactuar de esta manera con aquellos que no eran justos.

La acusación de los fariseos y los escribas preparó el escenario para tres parábolas (la tercera de ellas fue la del hijo pródigo), en las que Jesús les enseña a estas autoridades judías y a nosotros en la actualidad, cómo trata Dios con los pecadores.

 Algunas veces los principios importantes son repetidos en la Biblia para hacer énfasis. Éste es el caso cuando Jesús le pidió tres veces a Pedro que apacentara sus ovejas (Juan 21:17). Para responder a la reprensión de los fariseos y escribas, registrada en Lucas 15:1-2, Jesús mencionó tres parábolas que le dieron énfasis a su respuesta.

La primera parábola es acerca de la oveja perdida (Lucas 15:4-7). En esta historia, el pastor tiene 100 ovejas. Cuando se le pierde una de ellas, él deja las 99 restantes para ir a buscar la que se le ha perdido. Después de encontrarla y traerla a casa, se alegra con sus amigos y vecinos.

En la Biblia, con frecuencia el pueblo de Dios es  llamado ovejas o el rebaño de Dios (Mateo 26:31; Lucas 12:32; Juan 21:17; Hechos 20:28-29). A los pastores se les advierte que deben pastorear “el rebaño de Dios” (1 Pedro 5:2), y al referirse a Jesús, dice que es el “príncipe de los pastores” (v. 4). El punto de la parábola es que Dios desea traer a todos los que están perdidos (pecadores) a una relación con Él, y se alegra cuando ellos se arrepienten.

La segunda parábola es de una mujer que pierde una de sus 10 monedas de plata. La mujer enciende una lámpara y barre y busca cuidadosamente por toda su casa buscando la moneda perdida. Cuando la encuentra, también se regocija con sus amigos y sus vecinos (Lucas 15:8-10).

Algunos se han preguntado por qué se le da tanta importancia a la pérdida de una sola moneda. Los comentarios han sugerido que esto puede deberse a dos razones. Primero, el dueño de casa tal vez era pobre y la moneda, aunque no era mucho en sí misma, podría bajo esas circunstancias ser muy importante para la familia. Segundo, la moneda que se perdió podría haber formado parte de una banda para la frente compuesta de 10 monedas que simbolizaban un voto matrimonial —algo similar a lo que en la actualidad representa una argolla matrimonial.

Similitud de las parábolas
Veamos el tema común de las tres parábolas. Bien sea que se trate de una oveja perdida, una moneda perdida o un hijo perdido, hay gozo y regocijo cuando lo que estaba perdido es recuperado.

Las tres parábolas de Lucas 15 también responden la pregunta planteada por las autoridades judías y era tipificada por el hermano mayor en la tercera parábola —si era apropiado o no que Jesús tuviera en cuenta o aun se mezclara con pecadores. Las parábolas muestran que a Dios sí le importan los seres humanos y se regocija cuando son rescatados de los problemas. Y así también deberíamos hacerlo nosotros.
La razón de la celebración y la aceptación
Si bien muchos han notado que la parábola del hijo pródigo y las dos parábolas que la anteceden en Lucas 15 señalan hacia el amor de Dios por la humanidad, muchos han perdido de vista la enseñanza que hay en ellas, que es la razón de la celebración de Dios.

Hablando de la parábola de la oveja perdida, Jesús explicó: “Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento” (v. 7). Y más adelante, al hablar de la parábola de la moneda perdida, dijo: “Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente” (v. 10).

Al continuar con el tema del arrepentimiento, vemos lo que el hijo pródigo le dijo a su padre cuando regresó: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo” (v. 21). El regocijo de Dios el Padre y su familia espiritual, que incluye a los ángeles, es producto del arrepentimiento.

Arrepentimiento: un tema central en la enseñanza de Cristo
El énfasis de Jesús en el arrepentimiento no era un tema nuevo que estaba tocando en estas parábolas. Con frecuencia, Él hablaba de la necesidad que tenemos de arrepentirnos.

Cuando comenzó su ministerio público, Jesús dijo: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17, énfasis añadido). Al resumir cuatro elementos clave de las enseñanzas de Cristo, Marcos lo registró cuando Jesús le dijo a las personas: “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:15, . Y en dos ocasiones haciendo más énfasis, cuando las personas murieron en sucesos inesperados, Él anotó: “…antes, si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lucas 13:3, 5).

Ya que el arrepentimiento es un tema tan importante para todos los que quieren ser parte de la familia eterna de Dios, no debe sorprendernos que Jesús incluyera esta enseñanza en la parábola del hijo pródigo y en las dos parábolas que la preceden en Lucas 15.

El título de la parábola
Cuando se trata de los nombres que se les ha dado a las parábolas de Jesús, notamos que no necesariamente son los que Cristo les ha dado. La Biblia no nos da específicamente nombres para las parábolas. Los seres humanos les hemos dado nombres que nos ayudan a identificarlas y recordarlas.

Jesús dijo que Él venía a revelar al Padre (Mateo 11:27; Lucas 10:22), y la parábola del hijo pródigo realmente lo hace. De hecho sí tenemos un Padre Celestial que desea inmensamente que cada uno de nosotros se arrepienta de sus pecados, para que podamos ser parte de su familia eterna.

La parábola del hijo pródigo es una historia maravillosa y sorprendente. Pero es más importante aun lo que se ha pasado por alto en su mensaje, y esto es que todos tenemos que arrepentirnos. Aquí de nuevo Jesús nos da una enseñanza mayor: a los que cumplen la ley se les da lo que se les ha prometido, no por mérito sino por gracia, pero antes deben ser capaces de sentir amor y mostrar misericordia. Los escribas y fariseos estudiaban la ley y la cumplían, pese a esto Jesús les profetizó que su casa les sería quitada. La razón: la dureza de corazón.

Conclusión
Con esta parábola, Jesús muestra a los fariseos y a los doctores de la ley que es más importante para Dios un pecador que se arrepiente que un grupo que se siente justo.  De hecho la Biblia dice que hay alegría en el cielo cuando un pecador se arrepiente.