sábado, 16 de abril de 2016

Que es el Gehena o Infierno ?

¿ El ‘Gehena ardiente’ mencionado por Jesus? Que algunas versiones usan el infierno ardiente? ¿Qué es?

En las Sagradas Escrituras vemos que se hace referencia a Gehena 12 veces. En cinco ocasiones la palabra está relacionada con fuego. Los traductores han vertido mayormente la expresión griega ge′en·nan tou py·ros′ (Fuego del Infierno) En diferentes versiones de traducción; Ejemplos: La Biblia de las Américas infierno.La Nueva Biblia de los Hispanos infierno. Reina Valera Gómez infierno. Reina Valera 1909 infierno. Biblia Jubileo 2000 infierno. Sagradas Escrituras 1569 quemadero. King James Bible hell .English Revised Version hell. (Quiere decir Infierno)

Antecedentes históricos: El valle de Hinón (Guei-Hinnom o Gehnena) estaba fuera de los muros de Jerusalén. Por un tiempo fue un lugar de adoración idolátrica, incluso de sacrificio de niños. En el primer siglo el Gehena se utilizaba como el incinerador para la basura de Jerusalén. Al valle se arrojaban cadáveres de animales para que los consumieran las llamas, a las cuales se añadía azufre para ayudar la combustión. También se echaban al Gehena cuerpos de criminales ejecutados, a quienes se consideraba indignos de ser enterrados en una tumba conmemorativa. Por eso, en Mateo 5:29, 30, Jesus habló diciendo: “Si tu ojo derecho te hace pecar, ¡arráncalo y échalo de ti! Mejor es que se pierda una parte de ti, que todo tu cuerpo sea echado en el Guei- Hinnom. Y si tu mano derecha te hace pecar, ¡córtala y échala fuera! Mejor es que se pierda una parte de ti, que todo tu cuerpo sea echado en el Guei-Hinnom. que ‘todo el cuerpo’ de uno fuera arrojado al Gehena”. Si el cuerpo caía en el fuego que ardía constantemente, era consumido, pero si caía en un rellano del profundo barranco, su carne putrescente era infestada de los gusanos y estos estaban  siempre presentes, ya que siempre había cadáveres de humanos y animales (Mar. 9:47, 48), por eso Jesus en la cita de Mar.9:48 uso una analogía con la expresión: “Donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga”. No se lanzaba a humanos vivos en el Gehena; así que no era un lugar de tormento consciente.


En Mateo 10:28 Jesus aconsejó a sus oyentes que “No teman a los que matan el cuerpo, porque no tienen poder para matar el alma. Por el contrario teman al que puede destruir ambos, cuerpo y alma en el Guei-Hinnom.”¿Qué quieren decir esas palabras? Notemos que ahí no hay ninguna mención de tormento en las llamas del Gehena; más bien, él dice que ‘temamos al que puede destruir en el Gehena’. Al referirse por separado al “alma”, Jesus enfatiza ahí que Dios (Elohím) puede destruir todas las perspectivas de vida de una persona; de modo que no hay esperanza de resurrección para ella. Entonces, las referencias al ‘Gehena ardiente’ tienen el mismo significado que ‘el lago de fuego’ de Apocalipsis 21:8, a saber, destrucción eterna, o “muerte segunda

jueves, 7 de abril de 2016

LA CENA DEL SEÑOR ¿Qué significado tiene?


LA CENA DEL SEÑOR ¿Qué significado tiene?

 ¿Qué significado tiene la “Cena del Señor”?
¿Cómo hay que celebrarla? ¿Quiénes comen del pan y beben del vino?
 ¿Cuándo hay que celebrarla?
En el registro de los Evangelios encontramos que antes de que el Jesús ofreciera su preciosa vida perfecta en sacrificio por sus discípulos y por la entera humanidad para redimirlos del pecado y la muerte, celebró con sus discípulos lo que sería para ellos la última Pascua. (Mateo 26:17-29 Marcos 14:12-26 y Lucas 22:7-20).

Así, de un modo sencillo, Cristo Jesús introduce la Cena del Señor, que luego, en la vigencia efectiva del Nuevo Pacto, sería observada por la iglesia. El apóstol Pablo, en el capítulo 11 de 1ª a los Corintios, reitera esta enseñanza, recibida del Señor mismo, ampliando particularmente los aspectos referidos al orden que debe guardarse y a los requisitos de los participantes.

Las Escrituras relatan que en esa ocasión, mientras comían, el Señor tomó pan, y habiendo dado gracias, lo partió y les dio, diciendo: “Tomad, esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado”. Luego tomó la copa, dio gracias, y les dio diciendo: “Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del Nuevo pacto que por muchos es derramada, para remisión de los pecados”.

Podemos distinguir que este mandato fue impartido por el Señor Jesucristo con doble propósito:

1) Que los creyentes en Cristo, celebrando la Cena del Señor, hagamos memoria de Él.

2) Que la Cena del Señor sirva simultáneamente como anuncio -o testimonio- de la muerte del Señor.

Notemos que la Escritura identifica esta conmemoración precisamente como la Cena del Señor (1ª Corintios 11:20), y por lo tanto creemos que es el mejor modo de referirnos a ella. A veces se utilizan otros apelativos, como:

“Eucaristía” (del griego=acción de gracias), “Reunión de Comunión”  o “Reunión de Adoración”, pero esto podría acentuar los errores de quienes malinterpretan su propósito.

Ni la Cena del Señor, ni los elementos que utilizamos en ella son “Sacramentos”, en el sentido popular de la palabra, es decir, no son medios por los cuales recibiremos gracia.

La sola participación en la Cena del Señor no “genera” automáticamente comunión, ni gratitud, ni adoración. Es cierto que cuando hacemos “memoria” del Señor, somos estimulados a la gratitud y a la adoración, pero de ninguna manera es el resultado de virtudes intrínsecas de los elementos utilizados, ni siquiera de la reunión en sí.

Por otra parte, algunos “cristianos” adoptan la designación de “Santa Cena”, y probablemente ello también podría inducir a errores, pues se pone el énfasis en las posibles virtudes de la Cena y no en el Señor de la Cena.

¿Quiénes pueden participar de la Cena del Señor?

La primera condición es que quien participa sea un seguidor de Jesucristo bautizado es decir, alguien que ejerce fe y cree en el Señor Jesucristo para el perdón de sus pecados, alguien regenerado; en suma, alguien que ha experimentado un renacimiento espiritual. La segunda condición deseable, que no surge de un mandamiento específico, pero sí del ejemplo de lo que practicaban los primeros seguidores del Mashiaj, es que el creyente esté bautizado.

Leemos en Hechos 2:41 que los que recibieron su palabra -es decir los que creyeron-, fueron bautizados… y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.

Allí los creyentes fueron bautizados antes de participar de la Cena del Señor.

Creemos sencillamente que es un ejemplo digno de imitar.

Finalmente, el Señor requiere que nadie participe indignamente. (1ª Cor. 11:27-32)

No se trata de la calificación del creyente como indigno, sino más bien de su participación de manera indigna, esto es, perdiendo de vista el propósito de la Cena del Señor. La orden es ‘Pruébese cada uno a sí mismo… Así que después de haberlo hecho, y conscientes de que la sangre del Señor Jesucristo nos limpia de todo pecado,  debemos obedecer la parte del mandato que sigue: “coma así del pan, y beba de la copa.”

¿Con que frecuencia debe celebrarse la Cena del Señor?

Se ve pues, que en algunas ocasiones que se reunían “partían” el pan, con el solo objetivo de celebrar o recordar la muerte de Jesús, tal como da a entender Pablo a los Corintios, cuando increpa las divisiones que tenía esta iglesia.
El consejo que el apóstol Pablo dio a los Corintios es bien significativo. Primero, muestra que los Corintios se reunían con cierta regularidad, siguiendo el precedente de otras ciudades en las que se habían establecido los nazoreos o seguidores de Jesucristo, Hechos 24:5. El propio Pablo, en la casa de Ticio Justo, cuya casa estaba contigua a la sinagoga, (Hch 18:7) solía enseñar que Jesús era el Cristo, lo que llevó a muchos a hacerse creyentes.

Pablo estaba hablando de reuniones habituales, no de una reunión extraordinaria que se celebraba cada año; reuniones en las que tenían la costumbre de “partir” el pan, y en la que habían surgido ciertas divisiones.

No hay en las Escrituras una frecuencia establecida por mandato.

Simplemente leemos: “Así, pues, todas las veces que comiereis…” (1ª Corintios 11:26.a).

En Hechos 20:7 encontramos que algunos creyentes de Berea, Tesalónica, Derbe, etc. estuvieron algunos días en Troas acompañando al apóstol Pablo, y el primer día de la semana se reunieron para partir el pan. La iglesia en Jerusalén perseveraba, entre otras prácticas, en el partimiento del pan, por lo que entendemos que lo hacían con asiduidad, “cada primer día de la semana”.

Desde nuestra libertad en Cristo, deberíamos considerar que la finalidad de las reuniones es la de exhortar a todos los hermanos que en ellas participan, al amor y a las obras buenas, recordándoles que al participar del pan y del vino, demostramos que somos un solo cuerpo unido por el amor, un solo rebaño con un solo pastor, Jesús, nuestro Señor