LA CENA DEL SEÑOR ¿Qué significado tiene?
¿Qué significado tiene la “Cena del Señor”?
¿Cómo hay que celebrarla?
¿Quiénes comen del pan y beben del vino?
¿Cuándo hay que celebrarla?
En el registro de los
Evangelios encontramos que antes de que el Jesús ofreciera su preciosa vida
perfecta en sacrificio por sus discípulos y por la entera humanidad para
redimirlos del pecado y la muerte, celebró con sus discípulos lo que sería para
ellos la última Pascua. (Mateo 26:17-29 Marcos 14:12-26 y Lucas 22:7-20).
Así, de un modo sencillo,
Cristo Jesús introduce la Cena del Señor, que luego, en la vigencia efectiva
del Nuevo Pacto, sería observada por la iglesia. El apóstol Pablo, en el
capítulo 11 de 1ª a los Corintios, reitera esta enseñanza, recibida del Señor
mismo, ampliando particularmente los aspectos referidos al orden que debe
guardarse y a los requisitos de los participantes.
Las Escrituras relatan que en
esa ocasión, mientras comían, el Señor tomó pan, y habiendo dado gracias, lo
partió y les dio, diciendo: “Tomad, esto es mi cuerpo, que por vosotros es
dado”. Luego tomó la copa, dio gracias, y les dio diciendo: “Bebed de ella
todos; porque esto es mi sangre del Nuevo pacto que por muchos es derramada,
para remisión de los pecados”.
Podemos distinguir que este
mandato fue impartido por el Señor Jesucristo con doble propósito:
1) Que los creyentes en Cristo,
celebrando la Cena del Señor, hagamos memoria de Él.
2) Que la Cena del Señor sirva
simultáneamente como anuncio -o testimonio- de la muerte del Señor.
Notemos que la Escritura
identifica esta conmemoración precisamente como la Cena del Señor (1ª Corintios
11:20), y por lo tanto creemos que es el mejor modo de referirnos a ella. A
veces se utilizan otros apelativos, como:
“Eucaristía” (del griego=acción
de gracias), “Reunión de Comunión” o
“Reunión de Adoración”, pero esto podría acentuar los errores de quienes
malinterpretan su propósito.
Ni la Cena del Señor, ni los
elementos que utilizamos en ella son “Sacramentos”, en el sentido popular de la
palabra, es decir, no son medios por los cuales recibiremos gracia.
La sola participación en la
Cena del Señor no “genera” automáticamente comunión, ni gratitud, ni adoración.
Es cierto que cuando hacemos “memoria” del Señor, somos estimulados a la
gratitud y a la adoración, pero de ninguna manera es el resultado de virtudes
intrínsecas de los elementos utilizados, ni siquiera de la reunión en sí.
Por otra parte, algunos
“cristianos” adoptan la designación de “Santa Cena”, y probablemente ello
también podría inducir a errores, pues se pone el énfasis en las posibles
virtudes de la Cena y no en el Señor de la Cena.
¿Quiénes pueden participar de la
Cena del Señor?
La primera condición es que quien participa sea un seguidor de Jesucristo
bautizado es decir, alguien que ejerce fe y cree en el Señor Jesucristo para el
perdón de sus pecados, alguien regenerado; en suma, alguien que ha
experimentado un renacimiento espiritual. La
segunda condición deseable, que no surge de un mandamiento específico, pero
sí del ejemplo de lo que practicaban los primeros seguidores del Mashiaj, es
que el creyente esté bautizado.
Leemos en Hechos 2:41 que los
que recibieron su palabra -es decir los que creyeron-, fueron bautizados… y
perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en
el partimiento del pan y en las oraciones.
Allí los creyentes fueron
bautizados antes de participar de la Cena del Señor.
Creemos sencillamente que es un
ejemplo digno de imitar.
Finalmente, el Señor requiere que nadie participe indignamente.
(1ª Cor. 11:27-32)
No se trata de la calificación
del creyente como indigno, sino más bien de su participación de manera indigna,
esto es, perdiendo de vista el propósito de la Cena del Señor. La orden es
‘Pruébese cada uno a sí mismo… Así que después de haberlo hecho, y conscientes
de que la sangre del Señor Jesucristo nos limpia de todo pecado, debemos obedecer la parte del mandato que
sigue: “coma así del pan, y beba de la copa.”
¿Con que frecuencia debe celebrarse la Cena del
Señor?
Se ve pues, que en algunas
ocasiones que se reunían “partían” el pan, con el solo objetivo de celebrar o
recordar la muerte de Jesús, tal como da a entender Pablo a los Corintios,
cuando increpa las divisiones que tenía esta iglesia.
El consejo que el apóstol Pablo
dio a los Corintios es bien significativo. Primero, muestra que los Corintios
se reunían con cierta regularidad, siguiendo el precedente de otras ciudades en
las que se habían establecido los nazoreos o seguidores de Jesucristo, Hechos
24:5. El propio Pablo, en la casa de Ticio Justo, cuya casa estaba contigua a
la sinagoga, (Hch 18:7) solía enseñar que Jesús era el Cristo, lo que llevó a
muchos a hacerse creyentes.
Pablo estaba hablando de
reuniones habituales, no de una reunión extraordinaria que se celebraba cada año;
reuniones en las que tenían la costumbre de “partir” el pan, y en la que habían
surgido ciertas divisiones.
No hay en las Escrituras una
frecuencia establecida por mandato.
Simplemente leemos: “Así,
pues, todas las veces que comiereis…” (1ª Corintios 11:26.a).
En Hechos 20:7 encontramos que
algunos creyentes de Berea, Tesalónica, Derbe, etc. estuvieron algunos días en
Troas acompañando al apóstol Pablo, y el primer día de la semana se reunieron
para partir el pan. La iglesia en Jerusalén perseveraba, entre otras prácticas,
en el partimiento del pan, por lo que entendemos que lo hacían con asiduidad, “cada
primer día de la semana”.
Desde nuestra libertad en Cristo, deberíamos considerar que la finalidad de las reuniones
es la de exhortar a todos los hermanos que en ellas participan, al amor y a las
obras buenas, recordándoles que al participar del pan y del vino, demostramos
que somos un solo cuerpo unido por el amor, un solo rebaño con un solo pastor, Jesús, nuestro Señor
¿Aque hora se deve celebrar la cena del señor?
ResponderEliminarCómo es una cena, lo correcto sería a la noche. Creo yo.
Eliminaraaa yo penzaba que la cena del señor era la eucaristía deveraz
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