domingo, 7 de septiembre de 2025

¿El budismo, y en que creen los budistas?

 

¿El budismo, y en que creen los budistas?


El fundador del Budismo fue Siddhartha Guatama, nació dentro de la realeza en la India alrededor del año600 antes de Cristo. Según la historia Gautama era un príncipe que renunció a su vida de lujos a los 29 años para buscar la verdad y la paz mental., él vivió una vida de lujos, teniendo muy poco contacto con el mundo exterior. Sus padres intentaron alejarlo de la influencia de la religión y de cualquier exposición al dolor y al sufrimiento. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes que su frágil refugio fuera penetrado, y tuvo visiones de un hombre anciano, un hombre enfermo y un cadáver. Su cuarta visión fue la de un pacífico monje ascético (quien se negaba al lujo y la comodidad). Viendo su apacible carácter, decidió convertirse él mismo en asceta. Abandonó su vida de riqueza e influencia y buscó la iluminación a través de la austeridad. Él era muy hábil en este tipo de automortificación e intensa meditación. Fue un líder entre sus semejantes. Eventualmente, dejó que sus esfuerzos culminaran en un gesto final. Él se “consintió” a sí mismo con un plato de arroz y luego se sentó bajo una higuera (también llamada el árbol Bodhi) para meditar hasta que alcanzara la “iluminación” o muriera en el intento. A pesar de su congoja y tentaciones, a la mañana siguiente ya había alcanzado la iluminación, por lo que fue conocido como “el iluminado” o el “Buda.” Basándose en su nuevo logro, comenzó a enseñar a sus compañeros monjes, entre quienes ya había ganado gran influencia. Cinco de sus compañeros se convirtieron en los primeros de sus discípulos.

El budismo es una de las principales religiones del mundo en términos de adeptos, distribución geográfica, e influencia socio-cultural. Mientras que por mucho tiempo ha sido una religión “oriental”, ha estado cobrando una creciente popularidad e influencia también sobre el mundo occidental. Es una religión única en el mundo por derecho propio, aunque tiene mucho en común con el hinduismo en que las dos enseñan karma (ética de causa y efecto), Maya (la ilusoria naturaleza del mundo), y Samsara (el ciclo de la reencarnación). Los budistas creen que la meta final en la vida es alcanzar la “iluminación” tal como la perciben.

¿Qué había descubierto Gautama? Que la iluminación yace en el “camino medio”, ni en lujosas complacencias, ni en la automortificación. Además, él descubrió lo que sería conocido como las “Cuatro Nobles Verdades” – (1) vivir es sufrir (Dukha), (2) el sufrimiento es causado por el deseo (Tanha, o “apego”), (3) uno puede eliminar el sufrimiento mediante la eliminación de todos los apegos, y (4) esto se alcanza siguiendo el óctuple noble sendero. El “óctuple sendero” consiste en tener una correcta: 1) visión, 2) intención, 3) palabra, 4) acción, 5) subsistencia (siendo un monje), 6) esfuerzo (direccionar correctamente las energías), 7) atención (meditación), y (8) concentración (enfoque). Las enseñanzas budistas fueron reunidas en la Tripitaka  llamada tambien “tres canastas”.

Tras estas enseñanzas distintivas, hay enseñanzas comunes con el hinduismo, a saber, la reencarnación, el karma, el maya, y una tendencia a comprender la realidad como panteísmo en su orientación. El budismo también ofrece una elaborada teología de deidades y seres exaltados. Sin embargo, al igual que el hinduismo, el budismo puede ser difícil de definir en cuanto a su visión de Dios. Algunas corrientes del budismo podrían llamarse legítimamente ateas, mientras que otras pudieran ser panteístas, y aún otras teístas, tales como el Budismo de la Tierra Pura. Sin embargo, el budismo clásico, tiende a guardar silencio acerca de la realidad de un ser superior y por lo tanto es considerado ateo.

El budismo actual es muy diverso. Está más o menos dividido en dos grandes ramas de Theravada (embarcación pequeña) y Mahayana (embarcación grande). El Theravada es la forma monástica en la que se reserva la iluminación suprema y el nirvana para los monjes, mientras que el budismo Mahayana extiende sus metas de iluminación también a los laicos, esto es a los que no son monjes. Bajo estas categorías se pueden encontrar numerosas ramas, incluyendo el Tiantai, Vajrayāna, Nichiren, Shingon, Tierra Pura, Zen y Ryobu entre otros. Por tanto, es importante para las personas ajenas que buscan entender el budismo, que no pretendan conocer todos los detalles de una escuela particular del budismo, cuando todo lo que han estudiado es el budismo clásico e histórico.

El Buda nunca se consideró a sí mismo como un Dios, o un ser divino de cualquier tipo. Más bien, él se consideró a sí mismo como un ‘señalador de camino’ para otros. Sólo después de su muerte, él fue exaltado al nivel de un dios por algunos de sus seguidores, aunque no todos sus seguidores lo vieron de esa manera. Sin embargo, con el cristianismo, está claramente establecido en la Biblia que Jesús es el Hijo de Dios (Mateo 3:17) - “Y hubo una voz de los cielos, que decía: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” y que Él y Dios son uno (Juan 10:30). Uno no puede considerarse realmente un cristiano sin profesar la fe en Jesús como Dios.

Jesús enseñó que Él es el camino, y no simplemente uno que muestra el camino, como lo confirma Juan 14:6, “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. Para cuando Guatama murió, el budismo había adquirido una mayor influencia en la India. Trescientos años después de su muerte, el budismo se había extendido tanto, que abarcaba casi toda el Asia. Las escrituras y los dichos atribuidos a Buda, fueron escritos cerca de cuatrocientos años después de su muerte.

En el budismo, el pecado se entiende mayormente como ignorancia. Y, mientras que el pecado se entiende como un “error moral”, el contexto dentro del cual el “bien” y el “mal” son entendidos, es inmoral. El karma se entiende como el balance de la naturaleza y no es impuesto personalmente. La naturaleza no es moral; por lo tanto, el karma no es un código moral, y a última instancia, el pecado no es inmoral. Por lo tanto, podemos decir, de acuerdo al pensamiento budista, que nuestro error no es una cuestión moral, ya que finalmente es sólo un error impersonal y no una violación interpersonal. La consecuencia de este pensamiento es devastadora. Para el budista, el pecado es más semejante a un paso en falso que a una transgresión contra la naturaleza de un Dios santo. Este entendimiento del pecado no concuerda con la conciencia moral innata de que el hombre está condenado por su pecado ante un Dios santo (Romanos 1-2).

Ya que sostiene que el pecado es un error impersonal y corregible, el Budismo no está de acuerdo con la doctrina de la depravación, que es una doctrina básica del cristianismo. La Biblia nos dice que el pecado del hombre es un problema de eterna e infinita consecuencia. En el budismo no hay necesidad de un Salvador que rescate a la gente de sus pecados condenatorios. Para el cristiano, Jesús es el único medio de rescate de la condenación eterna. Para el budista sólo hay una vida ética y una meditación hacia seres exaltados con la esperanza de alcanzar tal vez la iluminación y eventualmente el nirvana. Pero lo más probable, es que uno tendría que pasar a través de un número de reencarnaciones para pagar la vasta acumulación de deuda del karma. Para los verdaderos seguidores del budismo, la religión es una filosofía de moralidad y ética, encapsulada dentro de una vida de renuncia al egocentrismo. En el budismo, la realidad es impersonal y no relacional, por lo que no es amorosa. No sólo Dios es visto como algo ilusorio, sino que, al disolver el pecado en un error no moral y al rechazar toda la realidad material como māyā (“ilusión”), aún nosotros mismos perdemos nuestro “ser”. La personalidad misma se convierte en una ilusión.

 Cuando se le preguntó cómo comenzó el mundo, qué o quién creó el universo, se dice que el Buda guardó silencio porque en el budismo, no hay principio ni fin. En cambio, hay círculos interminables de nacimiento y muerte. Uno podría preguntarse ¿qué clase de Ser nos crearía para vivir, soportar mucho dolor y sufrimiento, y luego morir, una y otra vez? Puede llevarle a uno a considerar, ¿cuál es el objetivo, por qué preocuparse? Los cristianos saben que Dios envió a Su Hijo a morir por nosotros, solo una vez, para que nosotros no tengamos que sufrir por una eternidad. Él envió a Su Hijo para hacernos saber que no estamos solos, y que somos amados. Los cristianos saben que hay más en la vida que sufrir y morir (2 Timoteo 1:10 “…pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio”.

El budismo enseña que el nirvana es el estado más elevado del ser, un estado de existencia pura, y es alcanzado por medios relativos al individuo. El nirvana desafía la explicación racional y el orden lógico, y por lo tanto no puede ser enseñado, sólo realizado. En contraste, la enseñanza de Jesús sobre el cielo, fue muy específica. Él nos enseñó que nuestros cuerpos físicos mueren, pero nuestras almas ascienden para estar con Él en el cielo (Marcos 12:25). El Buda enseñó que la gente no tiene almas individuales porque el ser individual o ego es una ilusión. Para los budistas no hay un Padre misericordioso en el cielo, que haya enviado a Su Hijo a morir por nuestras almas, por nuestra salvación, para proporcionarnos el camino para alcanzar Su gloria. En última instancia, esa es la razón por la que el budismo debe ser rechazado.

 

 

Francis Suarez

 

Gracias a Qotquestions.org, por su aporte Articulo “ El Budismo y en que creen”


domingo, 31 de agosto de 2025

¿El aborto, en la Biblia?

 

¿El aborto, en la Biblia?



Las Sagradas Escrituras menciona numerosas cosas que dejan muy claro cuál es el punto de vista de Dios sobre el aborto y que es un intento atroz de interrumpir o evitar el nacimiento de un nuevo ser.

Jeremías 1:5 nos dice que Dios nos conoce antes de formarnos en el vientre materno. El Salmo 139:13-16 describe la función activa de Dios en nuestra creación y formación en el vientre materno. Éxodo 21:22-25 establece la misma pena—la muerte—para quien causa la muerte de un bebé en el vientre materno que para quien comete asesinato. Esta ley y su castigo indican claramente que Dios considera que un bebé en el vientre materno es tan ser humano como un adulto. Para el cristiano, el aborto no es un tema de derecho de la mujer a elegir tener un bebé. El bebé ya está presente y vivo. El aborto es un asunto de vida o muerte de un ser humano creado a imagen de Dios (Génesis 1:26-27; 9:6).

¿Qué dice la Biblia sobre el aborto? En pocas palabras, el aborto es un asesinato. Es matar a un ser humano creado a imagen de Dios.

A continuación de una forma científica (Medica) vamos a derribar algunos  argumentos comúnes que a veces presentan contra la postura cristiana sobre el aborto es "¿Qué pasa con los casos de violación y/o incesto?". Por muy difícil que sea quedarse embarazada como resultado de una violación o un incesto, ¿acaso la solución es asesinar a un bebé? Dos males no significan un bien. Matar intencionadamente al feto no es la solución. Además, hay que tener en cuenta que abortar es una experiencia traumática. No tiene sentido añadir un trauma adicional a la mujer. Por otra parte, el aborto puede ser un medio para que los violadores encubran sus crímenes. Por ejemplo, si una menor es víctima de abusos y se queda embarazada y luego la llevan a abortar, los abusos podrían continuar sin penalización. El aborto nunca borrará el dolor de la violación o el incesto, pero sí puede agravarlo.

Un niño concebido como consecuencia de una violación o incesto es un ser creado a imagen y semejanza de Dios, como cualquier otro ser humano. La vida de ese niño debe protegerse tanto como la de cualquier otro ser humano. Las circunstancias de la concepción nunca determinan el valor de una persona o su futuro. El bebé en esta situación es completamente inocente y no se le debe castigar por el acto malvado de su padre. Dependiendo de la situación, la madre podría optar por criar al niño. Si aún no cuenta con el apoyo de una comunidad, hay muchas organizaciones e iglesias locales dispuestas a acompañarla. O bien puede dar al niño en adopción. Hay muchas familias, en algunos casos sin posibilidades de tener hijos, dispuestas a acoger y amar a un niño sin importar su procedencia.

También es importante tener en cuenta que los abortos por violación o incesto representan un porcentaje muy pequeño del total de abortos: sólo el 1% de los abortos se pueden atribuir a casos de violación o incesto (Torres y Forrest, citados por Physicians for Reproductive Choice and Health y el Alan Guttmacher

Institute en An Overview of Abortion in the United States, octubre de 2001, www.abortionfacts.com/facts/8#cite-1,

Otro argumento que con frecuencia se utiliza en contra de la postura cristiana sobre el aborto es: "¿Qué pasa cuando la vida de la madre está en peligro?". Sinceramente, ésta es la pregunta más difícil de responder en el tema del aborto. En primer lugar, hay que recordar que tal situación es extremadamente inusual. El Dr. Landrum Shettles, pionero en el campo de la fecundación in vitro, escribió: "Menos del 1% de todos los abortos se realizan para salvar la vida de la madre" (Landrum Shettles y David Rorvik, Rites of Life, Zondervan Publishing House, 1983, p. 129). Al Dr. Irving Cushner, Profesor de Obstetricia de la Facultad de Medicina de UCLA, cuando testificó ante el Senado de EE.UU., le preguntaron con qué frecuencia son necesarios los abortos para salvar la vida de la madre o para preservar su salud física. Su respuesta: "En este país, alrededor del 1 por ciento" (testimonio ante el Subcomité sobre la Constitución de Estados Unidos del Comité Judicial del Senado el 14 de octubre de 1981, citado en The Village Voice, 16 de julio de 1985).

Otros profesionales médicos incluso van más allá, afirmando que el aborto nunca es necesario para salvar la vida de la madre. Más de 1.000 ginecólogos-obstetras y expertos en salud materna firmaron una declaración en 2012, en la que declaraban, en parte: "Como profesionales e investigadores experimentados en obstetricia y ginecología, afirmamos que el aborto directo—la destrucción intencionada del feto—no es médicamente necesario para salvar la vida de una mujer" (Declaración de Dublín sobre Salud Materna, www.dublindeclaration.com, consultada el 9/9/21). Además, en 2019, "líderes médicos que representan a más de 30.000 médicos afirmaron que matar intencionadamente a un feto en un aborto nunca es necesario para salvar la vida de una madre" (www.lifenews.com/2019/03/05/30000-doctors-say-abortion-is-never-medically-necessary-to-save-a-mothers-life,

En segundo lugar, recordemos que Dios es un Dios de milagros. Él puede preservar la vida de una madre y su hijo a pesar de todas las probabilidades médicas que estén en contra. En tercer lugar, incluso en el bajo porcentaje de abortos realizados para salvar la vida de la madre, la mayoría de esos abortos pueden evitarse mediante un parto inducido temprano del bebé o una cesárea. Es sumamente raro que haya que abortar expresamente a un bebé para salvar la vida de la madre. En última instancia, si la vida de la madre está realmente en peligro, la decisión sólo puede tomarla la mujer, su médico, muchas veces el padre del niño, y Dios. Cualquier mujer que se enfrente a esta situación tan difícil debe pedir sabiduría al Señor (Santiago 1:5) sobre lo que Él quiere que haga.

La inmensa mayoría de los abortos que se practican hoy en día son de mujeres que simplemente no quieren tener el bebé. Como se ha mencionado anteriormente, sólo el 2% de los abortos se producen por violación, incesto o porque la vida de la madre corre peligro. Incluso en este 2% de casos más difíciles, el aborto nunca debería ser la primera opción. Vale la pena hacer todo lo posible por preservar la vida de un ser humano en el vientre materno.

Para aquellos que han tenido un aborto, recuerden que el pecado del aborto no es menos perdonable que cualquier otro pecado. Por la fe en Cristo, todos los pecados pueden ser perdonados (Juan 3:16; Romanos 8:1; Colosenses 1:14). Una mujer que ha tenido un aborto, un hombre que ha alentado un aborto, y un médico que ha realizado un aborto—todos pueden ser perdonados por la fe en Jesucristo. Amen

Agradecimientos a Got Questions.org por sus aportes en el tema.

 

Francis Suarez

¿El control de natalidad? ¿Deberían los cristianos usar métodos anticonceptivos?

 

¿Qué dice la Biblia sobre el control de natalidad? ¿Deberían los cristianos usar métodos anticonceptivos?



En los tiempos bíblicos no se conocían los métodos anticonceptivos modernos, y la Biblia no dice nada al respecto. Sin embargo, la Biblia tiene mucho que decir sobre los hijos. La Biblia considera a los hijos como un don de Dios (Génesis 4:1; Génesis 33:5), una herencia del Señor (Salmo 127:3-5), una bendición de Dios (Lucas 1:42) y una corona para los ancianos (Proverbios 17:6). A veces Dios bendice a las mujeres estériles con hijos (Salmo 113:9; Génesis 21:1-3; 25:21-22; 30:1-2; 1 Samuel 1:6-8; Lucas 1:7, 24-25). Dios forma a los niños en el vientre materno (Salmo 139:13-16). Dios conoce a los niños antes de su nacimiento (Jeremías 1:5; Gálatas 1:15).

Lo más parecido que hay en las Escrituras a una condena del control de la natalidad es el capítulo 38 del Génesis, en el relato de los hijos de Judá, Er y Onán. Er se casó con una mujer llamada Tamar, pero era perverso y el Señor lo mató, dejando a Tamar sin marido ni hijos. Tamar se casó con el hermano de Er, Onán, de acuerdo con la ley de levirato de Deuteronomio 25:5-6. Onán no quería repartir su herencia con ningún hijo que pudiera tener en nombre de su hermano, así que practicó la forma más antigua de control de la natalidad, el vertir en tierra. Génesis 38:10 dice: "Y desagradó en ojos del Señor lo que hacía, y a él también le quitó la vida". La motivación de Onán era egoísta; utilizó a Tamar para su propio placer, pero se negó a cumplir con su deber legal de dejar un heredero para su difunto hermano. Con frecuencia se utiliza este pasaje como prueba de que Dios no aprueba el control de la natalidad. Sin embargo, no fue el acto de anticoncepción lo que hizo que el Señor condenara a muerte a Onán; fueron los motivos egoístas de Onán detrás de la acción. Por lo tanto, no podemos encontrar ninguna amonestación bíblica contra el uso del control de la natalidad en sí mismo.

Por definición, la anticoncepción es simplemente lo contrario de la concepción. Es un término que se convierte en el vehículo o la herramienta,  No es el uso de la anticoncepción lo que está mal o bien. Como aprendimos de Onán, es la motivación detrás de la anticoncepción lo que determina si está bien o mal. Las parejas casadas utilizan la anticoncepción por diversas razones. Algunos se sienten llamados a posponer la maternidad hasta que estén en mejores condiciones para cuidar de sus hijos.  Otros pueden estar convencidos de que Dios tiene un plan diferente para ellos. En última instancia, los motivos de una pareja para retrasar la maternidad, usando anticonceptivos son entre ellos y Dios.

En las Escrituras, la imposibilidad de tener hijos cuando se desea siempre se presenta como algo malo, sobre todo si se tiene en cuenta el estigma cultural asociado a la falta de hijos en aquella época. No hay nadie en la Biblia que expresara su deseo de no tener hijos. Todas las parejas casadas deben buscar la voluntad del Señor con respecto a cuándo deben intentar tener hijos y cuántos hijos desean tener. Pero hay que tener en cuenta que hay dos puntos diferentes: 1) Una cosa es evitar un embarazo y 2) Otra cosa es Interrumpir un embarazo que técnicamente es el (Aborto)y esta es penada por Dios, porque ya empezó el proceso de la creación de una nueva vida.

En resumen una pareja cristiana podría utilizar métodos anticonceptivos para evitar o retrasar un posible embarazo, producto de su necesidad si no está en condiciones económicas, o de salud adecuadas en el momento, pero nunca para interrumpirlo o destruirlo si ya está, porque aquí si es pecado.

Nota - en términos generales, los principios expuestos en este artículo se aplican  a  distintos métodos anticonceptivos entre ellos el uso de condones, diafragma, espermicida, anticonceptivos, dispositivos intrauterinos, o interrupción del coito. Además, quienes utilicen anticonceptivos orales u hormonales (la píldora) o un DIU deben saber que ambos métodos anticonceptivos pueden impedir la implantación de un óvulo fecundado; en otras palabras, los anticonceptivos orales de baja dosis y los DIU pueden ser abortivos según profesionales médicos.

Agradecimientos a Got questions,org por sus aporte a este tema.

 

Fancis Suarez

domingo, 24 de agosto de 2025

"¿Cómo estas vestido?"

 

"¿Cómo estas vestido?"



Sabemos que la Armadura de Dios no es algo que usted y yo nos ponemos antes de echar fuera un demonio, por así decirlo; En realidad viene a ser una forma de vida que caracteriza aquellos quienes viven sus vidas de acuerdo a la instrucción divina; quienes dependen de Dios y no de sus propias fuerzas para batallar en el diario vivir.  La lucha del cristiano contra las fuerzas de maldad originadas por Satanás y sus Demonios  no ocurren de vez en cuando, ocurren cada día, y cada momento que salimos.  El diablo anda como león rugiente buscando a quien devorar.  El Cristiano que conoce su posición y su batalla, “no se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar Aquel que lo llamó por soldado.(2Tim 2:4)”  Hoy hablaremos de uno de esos componente que es : LA ESPADA DEL ESPIRITU.

La frase “la espada del Espíritu” se menciona sólo una vez en la Escritura en Efesios 6:17. La espada es parte de la armadura espiritual que Pablo exhorta a los cristianos a usar, con el fin de estar preparados para luchar eficazmente contra del maligno (Efesios 6:13).

Todos conocemos que en la antigüedad la espada era un arma tanto ofensiva como defensiva, usada para protegerse uno mismo del daño o para atacar al enemigo y vencerlo. Para un soldado, era necesario recibir una rígida formación sobre el uso adecuado de la espada, a fin de obtener el máximo beneficio de ella. Todos los soldados cristianos necesitan el mismo rígido entrenamiento para saber cómo manejar apropiadamente la Espada del Espíritu, que es la palabra de Dios.” Puesto que todo cristiano se encuentra en una batalla espiritual en contra de las fuerzas satánicas de este mundo, necesitamos saber cómo manejar la Palabra apropiadamente. Solo entonces se convertirá en una defensa efectiva contra el maligno y una valuable arma ofensiva “para la destrucción de fortalezas” del error y la mentira. (2 Corintios 10:4-5).

A la Palabra también se le llama la espada en Hebreos 4:12. Aquí, la Palabra es descrita como “…viva y eficaz y más cortante que toda espada de dos filos.” La espada romana comúnmente era de dos filos, haciéndola más efectiva para perforar y cortar por ambos lados. La idea de la Escritura de penetrar, significa que la Palabra de Dios llega hasta el “corazón,” el centro mismo de la acción, y deja expuestos los motivos y sentimientos de aquellos que toca.

El propósito de la Espada del Espíritu – la Biblia – es fortalecernos y permitirnos resistir los ataques de Satanás (Salmo 119:11; 119:33-40; 119:99-105). El Espíritu Santo usa el poder de la Palabra para salvar almas y conferirles la fortaleza para alcanzar a la madurez espiritual y ser soldados para el Señor. A medida que conozcamos y comprendamos la Palabra de Dios, seremos más útiles en hacer la voluntad de Dios, y más eficaces para permanecer firmes contra el enemigo de nuestras almas. Y así no ser presas fáciles de esos predicadores que son falsos maestros que tuercen la palabra de Dios para su provecho; solo estudiando la palabra de Dios evitaras ser engañado, a menudo muchos se pierden por desconocimiento de las Escrituras que debilita su fe. (Oseas 4:6)

Con razón Jesús dijo en su tiempo que conocer la verdad os hará libres (Juan 8:32).

 

Dios les bendiga

Francis Suarez Rodriguez


domingo, 17 de agosto de 2025

¿Es realmente la Biblia, Palabra de Dios?

 

¿Es realmente la Biblia,  Palabra de Dios?



El que Dios nos haya dado la Biblia es una prueba de Su amor por nosotros. Dios le comunicó a la humanidad cómo es Él y cómo podemos tener una relación correcta con Él.  ¿Cómo podemos saber que la Biblia es la Palabra de Dios y no sólo un buen libro? ¿Qué tiene la Biblia que la distingue de todos los demás libros que se han escrito? ¿Existe alguna prueba de que la Biblia es realmente la Palabra de Dios? Este tipo de preguntas hay que examinarlas detenidamente.

Existen evidencias tanto internas como externas de que la Biblia es verdaderamente la Palabra de Dios.

Evidencias internas de que la Biblia es la Palabra de Dios

Las evidencias internas son aquellas cosas dentro de la Biblia que dan testimonio de su origen divino. Una evidencia interna de que la Biblia es verdaderamente la Palabra de Dios es su unidad. Aunque en realidad son sesenta y seis libros individuales, escritos en tres continentes, en tres idiomas diferentes, a lo largo de un periodo de aproximadamente 1.500 años, por más de 40 autores que procedían de diferentes contextos sociales, la Biblia sigue siendo un libro unificado de principio a fin, sin contradicciones. Esta unidad es única respecto a todos los demás libros y es una prueba del origen divino de las palabras que Dios hizo que los hombres registraran.

Otra evidencia interna que indica que la Biblia es verdaderamente la Palabra de Dios es la profecía. La Biblia contiene cientos de profecías detalladas relacionadas con el futuro de varias naciones, ciertas ciudades y toda la humanidad. Otras profecías se refieren a la venida del Mesías, el Salvador de todos los que creerían en Él. A diferencia de las profecías de otros libros religiosos o de hombres como Nostradamus, las profecías bíblicas son extraordinariamente detalladas. Hay más de trescientas profecías relativas a Jesucristo en el Antiguo Testamento. No sólo se profetizó Su descendencia y dónde nacería, sino también cómo moriría y que resucitaría. Sencillamente, no hay otra forma lógica de explicar el cumplimiento de las profecías de la Biblia que no sea citando su origen divino. No hay ningún otro libro religioso que contenga la cantidad de profecías detalladas y predictivas que contiene la Biblia.

Una tercera prueba interna del origen divino de la Biblia es su autoridad y poder sin igual. Aunque esta prueba es más subjetiva que las dos primeras, no deja de ser un poderoso testimonio de que la Biblia es la Palabra de Dios. La autoridad de la Biblia no se parece a la de ningún otro libro que se haya escrito jamás. Este poder se ve en la forma en la que innumerables vidas han sido transformadas de forma sobrenatural. Drogadictos han sido completamente curados por ella, homosexuales han sido liberados por ella, vagabundos y vividores han sido transformados por ella, criminales endurecidos han sido reformados por ella, pecadores han sido reprendidos por ella, y el odio se ha convertido en amor por la Biblia. Efectivamente, la Biblia tiene un poder dinámico y transformador que sólo es posible gracias a que es realmente la Palabra de Dios.

Evidencias externas de que la Biblia es la Palabra de Dios

También hay evidencias externas que indican que la Biblia es verdaderamente la Palabra de Dios. Una es la historicidad de la Biblia. Ya que la Biblia detalla hechos históricos, su exactitud está sujeta a verificación como cualquier otro documento histórico. Mediante pruebas arqueológicas y escritos extrabíblicos, los relatos históricos de la Biblia han demostrado una y otra vez su exactitud y veracidad. De hecho, todas las pruebas arqueológicas y manuscritas que respaldan la Biblia la convierten en el libro mejor documentado del mundo antiguo. El hecho de que la Biblia registre con exactitud hechos históricamente verificables ayuda a corroborar su afirmación de ser la mismísima Palabra de Dios y respalda la confianza respecto a otros asuntos que trata la Biblia.

Otra prueba externa de que la Biblia es verdaderamente la Palabra de Dios es la integridad de sus autores humanos. Al estudiar la vida de los autores de las Escrituras, comprobamos que eran honrados y sinceros. El hecho de que estuvieran dispuestos a morir muchas veces de forma atroz por lo que creían, demuestra que estos hombres creían de verdad que Dios les había hablado. Los hombres que escribieron el Nuevo Testamento y muchos cientos de otros creyentes (1 Corintios 15:6) conocían la verdad de su mensaje porque habían pasado tiempo con Jesucristo después de que resucitara de entre los muertos. El ver a Cristo resucitado tuvo un tremendo impacto en ellos. Pasaron de esconderse con miedo a estar dispuestos a morir por el mensaje que Dios les había revelado. Sus vidas y sus muertes dan testimonio de que la Biblia realmente es la Palabra de Dios.

Otra evidencia externa de que la Biblia es en realidad la Palabra de Dios es su indestructibilidad. La Biblia ha sufrido más ataques despiadados e intentos de destruirla que cualquier otro libro en la historia. Desde los primeros emperadores romanos como Diocleciano, pasando por los dictadores comunistas, hasta los ateos de hoy en día, la Biblia ha resistido el ataque constante de sus detractores. Sin embargo, sigue siendo el libro más publicado del mundo.

A lo largo de la historia, los escépticos han considerado que la Biblia era mitológica, pero la arqueología ha confirmado que es histórica. Los detractores han considerado sus enseñanzas primitivas y anticuadas, pero sus conceptos morales y jurídicos han influido positivamente en las sociedades de todo el mundo. Sigue siendo atacada por la pseudociencia, la psicología y los movimientos políticos, pero sigue siendo tan verdadera y relevante hoy como lo fue cuando se escribió por primera vez. Esto no debería sorprendernos. Después de todo, Jesús dijo: "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán" (Marcos 13:31).

La Biblia, única entre los libros, ha transformado innumerables vidas e influido en culturas enteras. Después de examinar las pruebas, se puede afirmar sin lugar a dudas que Dios ha hablado y que, sí, la Biblia es en verdad la Palabra de Dios.

Francis Suarez

domingo, 10 de agosto de 2025

¿Qué dice la Biblia acerca de cómo Administrar tus finanzas?

 

¿Qué dice la Biblia acerca de cómo

Administrar tus finanzas?

Permítanme decirles que la biblia tiene mucho que decir acerca del manejo de las finanzas. En lo concerniente a préstamos, la biblia generalmente aconseja no hacerlo. Ver Proverbios 6:1-5; 20:16; 22:7, 26-27 (“El rico se enseñorea de los pobres, y el que toma prestado es siervo del que presta… No seas de aquellos que se comprometen, ni de los que salen por fiadores de deudas. Si no tuvieras para pagar, ¿Por qué han de quitar tu cama de debajo de ti?”). Una y otra vez, la biblia advierte contra la acumulación de riqueza y, por el contrario, nos anima a buscar riquezas espirituales Proverbios 28:20 (“El hombre de verdad tendrá muchas bendiciones, más el que se apresura a enriquecerse no será sin culpa”). Ver también Proverbios 10:15; 11:4; 18:11; 23:5.

Proverbios 6:6-11 nos brinda sabiduría sobre la pereza y la ruina financiera que sucederá de manera inevitable. Se nos dice que consideremos a la hormiga laboriosa que trabaja para almacenar alimento para sí misma. El pasaje también advierte contra el sueño cuando deberíamos estar trabajando en algo rentable. Un " holgazán " es una persona perezosa y negligente que prefiere descansar antes que trabajar. Su fin está asegurado: la pobreza y la miseria. En el otro extremo del espectro tenemos al que está obsesionado con ganar dinero. Tal persona, de acuerdo a Eclesiastés 5:10, nunca tiene suficiente riqueza que lo satisfaga y debe estar constantemente obteniendo más y más. Primera Timoteo 6:6-11 también advierte contra la trampa de desear riquezas.

En lugar de desear amontonar riquezas, el modelo bíblico es el de dar, no el de recibir. "Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre" (2 Corintios 9:6-7). También se nos anima a ser buenos administradores de lo que Dios nos ha dado. En lo referente a su administración, ver Lucas 16:1-13 (el verso 11, “Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿Quién os confiará lo verdadero?”). Así mismo somos responsables de proveer para los de nuestra propia casa. 1 Timoteo 5:8 dice, “...porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo”.

En resumen, ¿Qué es lo que la biblia dice acerca del manejo del dinero? La respuesta puede ser sintetizada en una sola palabra – sabiduría. Debemos ser sabios con nuestro dinero. Debemos ahorrar dinero, pero no atesorarlo. Podemos gastar el dinero, pero con discreción y control. Debemos regresarlo al Señor, gozosa y sacrificialmente. Debemos usar nuestro dinero para ayudar a otros, pero con discernimiento y la guía del Espíritu de Dios. No es malo ser rico, pero sí es malo el amar el dinero. No es malo el ser pobre, pero sí lo es el gastar el dinero en cosas triviales. El mensaje consistente de la biblia sobre el manejo del dinero, es el ser sabios.

 

¿El endeudamiento de un cristiano?

¿Puede pedir o prestar dinero?

 

Pablo nos encomienda no deber a nadie nada sino el amor en Romanos 13:8. Este es un poderoso recordatorio del desagrado de Dios por toda forma de endeudamiento que no ha sido pagada de manera puntual ( Salmo 37:21). Al mismo tiempo, la biblia no ordena explícitamente contra todas las formas de deuda. La biblia advierte contra la deuda, y ensalza la virtud de no endeudarse, pero no prohíbe la deuda en caso extremo. La biblia tiene duras palabras de condena para los prestamistas que abusan de los que están atados a ellos en deuda, pero no condena al deudor.

Algunas personas cuestionan el cobro de cualquier interés sobre préstamos, pero muchas veces en la biblia vemos que es de esperarse el recibir una tarifa justa de interés sobre el dinero prestado (Proverbios 28:8, Mateo 25:27). En el antiguo Israel, la ley prohibía cargar intereses en una categoría de préstamos – aquellos hechos a los pobres (Levítico 25:35-38). Esta ley tenía muchas implicaciones sociales, financieras y espirituales, pero hay dos en especial que vale la pena mencionar. Primero, esta ley ayudaba genuinamente a los pobres al no empeorar su situación. Era ya bastante malo el haber caído en la pobreza, y pudiera ser humillante el tener que buscar asistencia; pero si adicionalmente al pago del préstamo, una persona pobre tenía que ser aplastada por el pago de intereses, la obligación resultaría más perjudicial que benéfica.

En segundo término, la ley enseñaba una importante lección espiritual. Para un prestamista, el hecho de no cargar los intereses del préstamo a una persona pobre era un acto de misericordia, porque estaría perdiendo el uso de ese dinero mientras estaba prestado. Sin embargo, esa sería una manera tangible de expresar gratitud a Dios por Su misericordia, al no cobrar a Su pueblo “intereses” por la gracia que Él les había concedido a ellos. Así como misericordiosamente Dios había sacado a los israelitas de Egipto cuando ellos no eran nada sino esclavos sin dinero y les había dado una tierra para que la poseyeran (Levítico 25:38), de igual manera, Él esperaba que ellos practicaran una bondad similar hacia sus propios compatriotas pobres.

Los cristianos se encuentran en una situación paralela. La vida, muerte y resurrección de Jesucristo ha pagado nuestra deuda de pecados con Dios. Ahora, mientras tengamos la oportunidad, podemos ayudar a otros en necesidad, particularmente a quienes son nuestros hermanos en la fe, con préstamos que no aumenten sus problemas. Jesús aún enseñó este principio en la parábola acerca de dos deudores y su actitud hacia el perdón de la deuda (Mateo 18:23-35).

Para que este más claro, permítame decirle que significaba prestar en esa época antigua del pueblo de Israel; Prestar era como un favor, una asistencia que usted daba a otro para ayudarlo si usted podía claro está.   Podía ser en bienes, comida, tierra o dinero, usted lo hacía desinteresadamente sin pedir nada a cambio, ni debía cobrárselo, eso estaba a responsabilidad del endeudado que mantenía ese compromiso al ser desempeñado. Y si llegaban a pasar siete (7) años usted debía borrarle esa deuda, lo liberaba de ese compromiso.  En cambio hoy en día en nuestra sociedad hablar de préstamo es un acto económico, comercial te facilito algo a cambio de algo más que debes darme, esto es el interés que te cobro, y así mismo es bien llamado porque ese préstamo lo estoy haciendo con interés, no es desinteresado solo por ayudar. Por eso los cristianos no podemos prestar hoy en día pues va en contra de la voluntad de Dios.

La biblia no expresa ni prohibiciones ni permisos sobre el préstamo de dinero. La sabiduría de la biblia nos enseña que usualmente no es buena idea endeudarse. Las deudas nos hacen esencialmente esclavos de aquel a quien debemos. Al mismo tiempo, en algunas situaciones, el endeudarse es un “mal necesario”. En tanto que el dinero sea manejado de una manera sabia, y los pagos de la deuda sean manejables, un cristiano puede tener la carga de una deuda financiera si es absolutamente necesario, pero no debe convertirse en el patrón habitual de su proceder en la vida.

 

Francis Suarez


domingo, 3 de agosto de 2025

¿Qué dice la Biblia acerca de prestar dinero?

 

¿Qué dice la Biblia acerca de

prestar dinero?



Primeramente hare la aclaración, que este artículo está dirigido a los nacidos de nuevo, ósea cristianos ya que a ellos es que aplica especialmente lo mencionado en las escrituras.

El Profeta Moisés, líder que condujo el pueblo de Israel a la salida de su esclavitud trató este tema en el Antiguo Testamento. Esencialmente, a los israelitas no se les permitía cobrar intereses cuando prestaban dinero a un hermano pobre. Sin embargo, podían cobrar intereses por los préstamos que hacían a los extranjeros. Esta regla formaba parte de la ley mosaica: "Cuando prestares dinero a uno de mi pueblo, al pobre que está contigo, no te portarás con él como logrero, ni le impondrás usura" (Éxodo 22:25; ver también el Salmo 15:5). Esta prohibición de cobrar intereses incluía en realidad "ni interés de comestibles, ni de cosa alguna de que se suele exigir interés" (Deuteronomio 23:19). El propósito de la ley era doble: un préstamo con intereses sólo agravaría la situación de los pobres, y Dios prometía una bendición para quienes tuvieran la bondad de prestar, y que superaría con creces cualquier interés que ganaran. Además, al final de cada siete años, los acreedores debían cancelar todas las deudas que tuvieran con sus hermanos israelitas (Deuteronomio 15:1).

La Palabra de Dios dice que muchísima gente se aleja de la fe y queda marcada por muchas aflicciones cuando permite que el dinero se apodere de su corazón. Por eso, la Biblia contiene cientos de versículos sobre cómo Dios quiere que manejemos el dinero, y esto incluye el prestarlo.

En el Nuevo Testamento, Jesús nos dice que no debemos "rechazar al que quiera pedirte prestado" (Mateo 5:42). Aplicó este principio incluso a nuestros enemigos en sus momentos de necesidad: "Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande" (Lucas 6:35, . De hecho, hay muchos pasajes en la Biblia que nos exhortan a tener un corazón generoso y dadivoso, especialmente con los menos afortunados. Moisés enseñó a su pueblo: "Cuando haya en medio de ti menesteroso de alguno de tus hermanos en alguna de tus ciudades, en la tierra que el Señor tu Dios te da, no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano contra tu hermano pobre, sino abrirás a él tu mano liberalmente, y en efecto le prestarás lo que necesite" (Deuteronomio 15:7-8).

La clara enseñanza de la Biblia es que Dios espera que Sus hijos actúen con rectitud al prestar dinero. Y nos ayuda a recordar que nuestra capacidad de producir riqueza viene de Dios (Deuteronomio 8:18) y que es Dios quien "envía [tanto] la pobreza como la riqueza; Él abate y enaltece" (1 Samuel 2:7). Ahora bien, no hay nada malo en prestar dinero legítimamente y esperar que se lo devuelvan con un interés justo (Salmo 37:21; Proverbios 28:8). Sin embargo, debemos recordar que la enseñanza bíblica sobre asuntos monetarios también incluye el préstamo de dinero y el endeudamiento. Aunque la Biblia no prohíbe expresamente pedir dinero prestado, tampoco lo fomenta. Esto no es lo mejor para el pueblo de Dios, ya que la deuda nos convierte en esclavos del prestamista (Proverbios 22:7). Dios prefiere que acudamos a Él para cubrir nuestras necesidades en lugar de depender de los prestamistas. Asimismo, como aclara el salmista, debemos pagar nuestras deudas (Salmo 37:21). Cuando prestamos dinero a alguien, aumentamos la carga de deudas de esa persona y ponemos obstáculos para que tropiece.

Alguien dijo en una ocasión: "Antes de pedir dinero prestado a un amigo, decide qué es lo que más necesitas". No hay duda de que las amistades se han estropeado o incluso se han perdido por el hecho de prestar dinero. Sin embargo, si ambas partes se mantienen dentro de los parámetros bíblicos, no debería haber ningún problema. Sin embargo, para no poner en peligro una relación que valoras, en algunas situaciones un regalo puede ser mejor que un préstamo. Dios espera que Sus hijos den a los necesitados, así que damos de nuestro tiempo, talentos y dinero. Como nos enseñó Jesús: "Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir" (Lucas 6:38).

 

Francis Suarez