domingo, 20 de febrero de 2022

ENTENDIENDO (1ra Corintios 15:22-24

 

ENTENDIENDO (1ra Corintios 15:22-24

 

En esta ocasión he querido traerle, este trabajo del Dr. Rivas Martínez; El cual desmenuza e interpreta a la perfección esta cita.

Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia (1 Co.15:22-24).

No cabe la menor duda, por la vasta evidencia presentada en las Escrituras, de que habrá una clara división en el programa de la resurrección. La locución -cada uno en su debido orden-, en sí, nos muestra varios acontecimientos por separado. El orden de estos acontecimientos, de acuerdo a los textos de arriba, da inicio con las -primicias-, que es el Señor Jesucristo, como lo mejor de la cosecha presentada, y que designa, como ejemplo, el excelente, digno y abundante fruto que le seguirá después de su resurrección, fruto que estará compuesto o integrado por todos los resucitados suyos en su segunda venida. El término -luego-, en este caso, el primero que aparece, es una palabra griega (epeita) que separa el tiempo, que no se encuentra definido en la Biblia, entre la resurrección de Cristo y -los que son de Cristo- (hoi tou Christou) en su venida.

Algunos expositores en el verso 24, donde dice -luego el fin-, consideran que es muy razonable y válido adicionar -al fin de la resurrección-, comprendiéndose en esta situación que Pablo se está refiriendo a la conclusión del cumplimiento del programa de la resurrección, tanto de justos como de injustos, y que termina precisamente con la resurrección de los últimos nombrados.

Aunque no se menciona en el verso 24 como -la resurrección de los incrédulos para su condenación-, creemos que Pablo trata de decirnos que la resurrección de los muertos en Cristo (1 Ts, cap 4) irá seguida con el fin del siglo presente, de la era actual, sin el suceso de la resurrección de los rebeldes que se llevará a cabo en realidad hasta el final de la era milenaria y terrenal (Ap. cap. 20).

Es importante aclarar que los -todos- que en Adán han muerto (1 Co. 15:22), no son los -todos- que en Cristo serán vivificados. 1 Co. 15:22 se enseña que, mientras todos los que están en Adán mueren, la resurrección mostrada aquí compete exclusivamente para los que están en Cristo (...en Cristo todos serán vivificados); los malvados se hallan categóricamente excluidos. -Luego el fin-, indicaría, entonces, la culminación del programa de la resurrección hasta el final de la era milenaria y no de la presente época. Como Adán es la Cabeza de la raza humana, al caer este en pecado, la muerte se hizo un mal natural y necesario en todos los hombres en general. Ahora, teniéndose en cuenta que Cristo es la Cabeza espiritual de -todos- los que son salvos en su nombre, éstos son los que por conclusión habrán de ser -vivificados-. No hay ningún indicio o sugerencia de una resurrección universal, en un solo tiempo, único, en los versos estudiados. El pensarse que los inconversos puedan estar en Cristo, resulta una aseveración lo bastante ridícula y calumniadora cuando es analizada por el infalible Ojo de las Escrituras. La condición es: solamente los que hayan experimentado el Nuevo Nacimiento serán -vivificados- en Cristo en su Parusía.

El segundo -todos- ( todos serán vivificados) es coextensivo como el primer -todos- ( en Adán todos mueren), es decir, el -todos- es universal para cada caso, es su esencia correspondiente y asilada. No es congruente determinar una resurrección general, en un solo evento. La palabra que haría viable tal cosa sería, si fuese aplicada, egeriresthai. -Todos serán vivificados- posee una connotación clara y cerrada con la salvación de los creyentes. Los incrédulos no se encuentran nominados en este aspecto. Pablo atrae la atención de los creyentes en Cristo como las -primicias- de los muertos que han creído en el Señor y Mesías. Cristo es las -primicias-  de los creyentes genuinos, y no de otros, es decir, de los no creyentes o incrédulos. Esto hace una diferencia abismal entre el primer -todos- del segundo.

Todos los que serán vivificados en Cristo, incluye los santos de la dispensación antigua como los de la actual. Los rebeldes estarán reservados para ser resucitados en el futuro para su aniquilación eterna en el Lago de Fuego que arde con Azufre, después de terminar el reinado milenario de Cristo, como la Biblia lo establece sin confusas complicaciones:

Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión...(Ap.20:7).

Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego (Ap.20:11-15).

Los dejamos con palabras de dos expositores bíblicos que hablan con gran acierto al respecto:

Quizás San Pablo estuviese pensando en un tercer...(togama, orden), aquellos que no son de Cristo, que serían levantados de los muertos en un tiempo antes del fin. Pero a lo largo del pasaje, los incrédulos y los malos están completamente en el trasfondo, si acaso se los toma en cuenta.

El contexto nos habla de resurrección, y se refiere a la resurrección final según un número de comentaristas. Con estos últimos estamos de acuerdo. El apóstol ha mostrado que habrá varias etapas de la resurrección de los muertos. Primero, Cristo, las primicias; segundo los que son de Cristo, en su venida; tercero, la resurrección final de todos los incrédulos.

Dios les bendiga siempre.

 

Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD)

 

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