sábado, 24 de septiembre de 2022

"¿ Misericordia y Gracia, cuál es la diferencia ?"

 

"¿ Misericordia y Gracia, cuál es la diferencia ?"

 


De acuerdo a la Biblia, todos hemos pecado (Eclesiastés 7:20; Romanos 3:23 y 1 Juan 1:8). Como resultado de ese pecado, todos merecemos la muerte (Romanos 6:23) y la condenación eterna en el lago de fuego (Apocalipsis 20:12-15). Considerando eso, cada día que vivimos es un acto de la misericordia de Dios. Si Dios nos diera lo que merecemos, todos estaríamos, ahora mismo, condenados por una eternidad. En Salmo 51:1-2, David clama, “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad y límpiame de mi pecado.” Una súplica a Dios por misericordia es pedirle que detenga el juicio que merecemos, y en vez de ello nos conceda el perdón que de ninguna manera nos hemos ganado. 

La misericordia y la gracia son confundidas con frecuencia. Mientras que los términos tienen significados similares, la gracia y la misericordia no son lo mismo. Para sintetizar la diferencia vemos que, misericordia es que Dios no nos castigue como lo merecen nuestros pecados, y gracia es que Dios nos bendiga a pesar de que no lo merezcamos. La misericordia es la liberación del juicio. La gracia es la bondad que se extiende a quienes no la merecen.

No merecemos nada de Dios. Dios no nos debe nada. Todo el bien que experimentamos, es el resultado de la gracia de Dios (Efesios 2:5). La gracia es simplemente un favor inmerecido. Dios nos da cosas buenas que no merecemos y que nunca podríamos ganar. Rescatados del juicio por la misericordia de Dios, la gracia es cualquier cosa y todo lo que recibimos más allá de esa misericordia [Perdón] (Romanos 3:24). La gracia común se refiere a la gracia soberana que Dios otorga a toda la humanidad, independientemente de su condición espiritual ante Él, mientras que la gracia salvadora es esa dispensación especial de gracia, por la que Dios extiende soberanamente la inmerecida asistencia divina sobre Sus elegidos para su regeneración y santificación. 

¿Qué es la misericordia?

La misericordia generalmente se define como paciencia o benevolencia, y a menudo se manifiesta cuando alguien merece una pena severa. Además, es una de las cualidades del carácter de Dios, quien muestra misericordia a la humanidad constantemente, como lo hizo con el pueblo de Israel:

“Cuando estuvieres en angustia, y te alcanzaren todas estas cosas, si en los postreros días te volvieres a Jehová tu Dios, y oyeres su voz; porque Dios misericordioso es Jehová tu Dios; no te dejará, ni te destruirá, ni se olvidará del pacto que les juró a tus padres” (Deuteronomio 4:30-31).

Muchas veces, la misericordia se demuestra a través del perdón. Perdonar a alguien que nos ha hecho daño, por ejemplo, es un acto de misericordia.

El libro de Números ilustra esto a través de un relato. Cuando los israelitas mandaron espías a explorar la tierra prometida, diez de ellos volvieron con malas noticias. Al oírlas, el pueblo entero se lamentó y se quejó hasta el punto de querer elegir a un nuevo líder que los llevara de vuelta a Egipto, aun después de todos los milagros que Dios había hecho por ellos.

Dios se enojó tanto por esta rebelión que decidió destruir al pueblo por completo. Pero cuando estaba a punto de hacerlo, Moisés intervino apelando a su misericordia:

“Ahora, pues, yo te ruego que sea magnificado el poder del Señor, como lo hablaste, diciendo:

Eterno, tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión, aunque de ningún modo tendrá por inocente al culpable... Perdona ahora la iniquidad de este pueblo según la grandeza de tu misericordia, y como has perdonado a este pueblo desde Egipto hasta aquí” (Números 14:17-19).

En este sentido la misericordia y la gracia son mejor ilustradas en la salvación que está disponible a través de Jesucristo. Merecemos el juicio, pero si recibimos a Jesucristo como Salvador, recibimos misericordia de Dios, y somos librados del juicio momentáneamente, no es una condición eterna, pero es esto solo, recibe perdón y nada más; Sin embargo a parte de ser perdonado, en la Gracia usted es liberado del juicio, recibe bendiciones y es justificado y santificado en la sangre salvadora de Jesucristo con carácter eterno si usted mantiene su estado de salvación y muere como un cristiano victorioso hasta el final de sus días. En lugar del juicio, recibimos por gracia la salvación, el perdón de los pecados, una vida abundante (Juan 10:10) y una eternidad en el cielo, el lugar más maravilloso imaginable (Apocalipsis 21-22). Por la misericordia y la gracia de Dios, nuestra respuesta debe ser caer de rodillas en adoración y agradecimiento. Hebreos 4:16 declara, “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.”

Por último la Gracia que es salvadora está disponible para todos, pero entienda; para todos aquellos que decidan convertirse a Cristo, obedecerle y seguirle; Un pecador puede recibir misericordia, pero si no acepta a Cristo Jesús como su salvador no puede recibir ni beneficiarse de la Gracia.

Amen.

Agradecimientos por sus buenos artículos a:

Graciaesperanzayverdad.org y

Gotquestions.org


domingo, 18 de septiembre de 2022

Reflexiones acerca del Diaconado de las Mujeres

 

Reflexiones acerca del

 Diaconado de las Mujeres



Saludos queridos hermanos y lectores, a continuación les dejo un artículo que proviene de una línea imparcial, es del. Dr. Piñero, estudioso del Cristianismo y Literatura Clásica Antigua Filólogo,  exponiendo su punto como investigador,  donde expone razones y analiza Las Escrituras, sobre todo la cita de (1 Tim. 3:8-13).

 Sigue existiendo el diaconado en el que participan las mujeres, al parecer en pie de igualdad con los varones. Leemos en 1 Tim 3,8-13:

 « De la misma manera (griego hosaútos; se sobreentiende que los “obispos”: vv. 1ss), también los diáconos deben ser dignos, deben tener una sola palabra, no dados al mucho vino, ni amantes de ganancias deshonestas, 9 sino guardando el misterio de la fe con limpia conciencia. 10 Que también éstos sean sometidos a prueba primero, y si son irreprensibles, que entonces sirvan como diáconos. 11 De igual manera (griego hosaútos), las mujeres (diáconos) deben ser dignas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo. 12 Que los diáconos sean maridos de una sola mujer, y que gobiernen bien sus hijos y sus propias casas. 13 Pues los que han servido bien como diáconos obtienen para sí una posición honrosa y gran confianza en la fe que es en Cristo Jesús.  »

 Este diaconado nada tiene que ver con la institución -o estamento- de las “viudas” como ayudantes en el ministerio de la iglesia que se regula unas cuantos párrafos más adelante en la Epístola (cap. 5) y que veremos a continuación.

 El párrafo que acabamos de citar más arriba aunque directamente no habla del estado civil de las mujeres que, al perecer, han de servir como diaconisas. Si por los hombres sugiere que sean ¿Casadas una sola vez? (en el sentido no tanto de ser divorciadas y como  viudas que permanecen como tal, sin volver a contraer matrimonio).

 Sin embargo, en el caso de las mujeres diáconos no parece que pudieran estar casadas, o por lo menos con marido vivo, todo indica que las mujeres diáconos eran viudas, divorciadas una sola vez con justificación bíblica o eran doncellas (Vírgenes); esta última al parecer era la condición más favorable mencionada por el Apóstol Pablo para servir a la obra del Señor, como lo enfatiza en su epístola de 1ra de Corintios 7:28 y 34,  puesto que se exigía una dedicación completa al servicio de la comunidad de los fieles y la obra de la iglesia, y esto hacia difícil a una mujer casada tener tiempo para atender un esposo y su casa misma.  Tanto era así que para poder subsistir los diáconos de ambos sexos percibían ya probablemente una compensación económica de las arcas de la comunidad a través de las ofrendas al igual que los presbíteros gobernantes. Lo deducimos del siguiente pasaje (1 Tim 5:17-18):

 « Los ancianos que gobiernan bien sean considerados dignos de doble honor, principalmente los que trabajan en la predicación y en la enseñanza. 18 Porque la Escritura dice: ‘No pondrás bozal al buey cuando trilla, y digno es el obrero de su salario, ver también (Dt 25,4), lo cual significa que el obrero es digno de su salario, incluso los que tienen por cometido el servicio al Señor en el Tabernáculo (véase Núm 18:31). »

En cualquier caso hermanos lectores el Apóstol Pablo enfatiza que es mejor quedarse en el estado que fue llamado por Dios y permanecer en el. (1Cor. 7:24)

 Gálatas 6:6 dice: “El que es enseñado en la Palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye”.

 En muchas Iglesias los pastores no se les paga lo justo para sostener a su familia y ellos se ven en la penosa necesidad de trabajar secularmente, y esto es un impedimento para la Obra, puesto que no es atendida lo suficiente, conforme al propósito de Dios para ellos.

 La institución del “orden” de las viudas

 1 Tim 5,3-16 es el texto básico que rige la institución de las viudas, como orden más o menos eclesial (no puede saberse si recibían o no la ordenación estricta por medio de la imposición de las manos; lo más probable es que no fuera así):

 « “Honra a las viudas que en verdad son viudas; 4 pero si alguna viuda tiene hijos o nietos, que aprendan éstos primero a mostrar piedad para con su propia familia y a recompensar a sus padres, porque esto es agradable delante de Dios. 5 Pero la que en verdad es viuda y se ha quedado sola, tiene puesta su esperanza en Dios y continúa en súplicas y oraciones noche y día. 6 Mas la que se entrega a los placeres desenfrenados, aun viviendo, está muerta. 7 Ordena también estas cosas, para que sean irreprochables. 8 Pero si alguno no provee para los suyos, y especialmente para los de su casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo.

9 Que la viuda sea puesta en la lista (griego, literalmente “catálogo”) sólo si no es menor de sesenta años, habiendo sido la esposa de un solo marido, 10 que tenga testimonio de buenas obras; si ha criado hijos, si ha mostrado hospitalidad a extraños, si ha lavado los pies de los santos, si ha ayudado a los afligidos y si se ha consagrado a toda buena obra. 11 Pero rehúsa poner en la lista a viudas más jóvenes, porque cuando sienten deseos sensuales, contrarios a Cristo, se quieren casar, 12 incurriendo así en condenación, por haber abandonado su promesa anterior.

13 Y además, aprenden a estar ociosas, yendo de casa en casa; y no sólo ociosas, sino también charlatanas y entremetidas, hablando de cosas que no son dignas. 14 Por tanto, quiero que las viudas más jóvenes se casen, que tengan hijos, que cuiden su casa y no den al adversario ocasión de reproche. 15 Pues algunas ya se han apartado para seguir a Satanás. 16 Si alguna creyente tiene viudas en la familia , que las mantenga, y que la iglesia no lleve la carga para que pueda ayudar a las que en verdad son viudas. »

 En primer lugar, las viudas auténticas, desprotegidas y de vida irreprochable no son ante todo una institución que ofrece sus prestaciones, sino particularmente una que las recibe: deben ser cuidadas por el sistema de “seguridad social de la comunidad”, es decir, bien por su familia (hijos,, o parientes, v. 16), o por los fondos al respecto de la iglesia misma, hecha a través de las ofrendas

 

Francis Suarez

Bendiciones de Dios al hermano Antonio Piñero

Por su aporte de este análisis.