¿Cuál
es el sello del Espíritu Santo?
Podemos decir muchas cosas acerca del Espíritu Santo, y
aun así quedaríamos cortos en nuestra comprensión, pero empezaremos diciendo
que el Espíritu Santo es conocido como el “depósito,”
el “sello,” y las “arras” en los corazones de los
cristianos (2 Corintios 1:22; 5:5; Efesios 1:13-14; 4:30). El Espíritu Santo es
el sello de Dios sobre Su pueblo, Su derecho sobre nosotros como Su propiedad.
Aquí debemos enfocar que la palabra griega traducida como “arras” en estos pasajes es arrhabōn
que significa “prenda,”
esto es, parte del dinero de la compra o propiedad dada como enganche o
anticipo para garantizar la seguridad de lo que resta. El don del Espíritu a
los creyentes, es el pago inicial de nuestra herencia celestial, que Cristo
prometió y aseguró para nosotros en la cruz. Debido a que el Espíritu nos ha
sellado, estamos seguros de nuestra salvación. Nadie puede romper el sello de
Dios si nos mantenemos en el. En otras palabras el Sello es el amor de Cristo
Ahora recuerden que también en un sentido, El Espíritu de Dios es nuestro Ayo y que es Ayos?, AYO
(gr. «paidagogos»).
Era originalmente un esclavo que llevaba a los hijos de
su amo a la escuela. Las Escrituras nos muestran que la ley fue ayo para los
judíos (no para los gentiles: Pablo habla en Gal. 3:24-25) y nos dice “De manera que la ley ha sido nuestro ayo,
para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe , Pero
venida la fe, ya no estamos bajo ayo,” y porque eso?, porque la
ley los condenaba y los tenia bajo esclavitud.
El Espíritu Santo de Dios es dado a los creyentes como
un “enganche” para asegurarnos que
nuestra herencia completa como hijos de Dios nos será entregada. El Espíritu
Santo nos es dado para confirmarnos que pertenecemos a Dios quien nos da Su
Espíritu como un don o regalo, así como lo son la fe y la gracia (Efesios
2:8-9). A través del don del Espíritu, Dios nos renueva y santifica. Él produce
en nuestros corazones esos sentimientos, esperanzas y deseos que son la
evidencia de que somos aceptados por Dios, que somos considerados como Sus
hijos adoptivos, que nuestra esperanza es genuina, y que nuestra recompensa y
salvación están aseguradas si nos mantenemos en el, de la misma forma que un
sello garantiza un testamento o un contrato. Dios nos concede Su Espíritu Santo
como garantía de la promesa de que somos Suyos para siempre y que seremos
guardados en el último día. La prueba de la presencia del Espíritu es Su
operación en el corazón del creyente, la cual produce arrepentimiento, el fruto
del Espíritu (Gálatas 5:22-23), conformidad con los mandamientos y voluntad de
Dios, una pasión por la oración y la alabanza, y amor por Su pueblo. Estas
cosas son las evidencias de que el Espíritu Santo ha renovado el corazón del
cristiano que ha sido sellado para el día de la redención.
A su vez el Espíritu Santo de Dios nos garantiza la
conexión con nuestro creador y de que hemos sido apartados para El,
ayudándonos con suplir fuerzas para combatir el mal de este mundo y vencer
sobre nuestras debilidades, ya que por nuestras propias fuerzas seria imposible
vencer en la carne.
El Apóstol Pablo en Gal. 5:1 dijo : Estad, pues, firmes en la libertad con que
Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.
Así es como a través del Espíritu Santo y el poder de
Sus enseñanzas y guía, somos sellados y confirmados hasta el día de la
redención, plenos y libres de la corrupción del pecado y de la tumba . Debido a
que tenemos el sello del Espíritu en nuestros corazones, podemos vivir
gozosamente, confiados en que nuestro lugar está asegurado en un futuro que
guarda glorias inimaginables.
Francis
Suarez
Elaborado
: 11/07/2013
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