¿Oveja o Cabra? Tú Decides
La parábola de las ovejas y las cabras, que hace alusión al regreso del Hijo del Hombre, es una de las tres que aparecen en Mateo 25. Las otras dos son Las diez vírgenes y El rey y los administradores, conocida también como La parábola de las minas o Los Talentos.
No es una falta de respeto que
Jesús nos llame "ovejas" o "corderos". Ser
"cordero" u "oveja" implica ser manso, humilde de corazón
ante la humillación, el dolor o la muerte. Como hizo Él
Queridos hermanos en la Fe de Cristo, La Biblia menciona que llegará el día en que el Señor separará como lo hace el pastor las ovejas de las cabras, estableciendo así una gran diferencia entre ambas especies.
Tú eliges ¿Oveja o Cabra?
«y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de
los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las
ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda», Mateo 25:32-33.
La oveja representa a aquellos
hijos de Dios que se han mantenido firmes y que han vivido para servir a otros
por amor. La cabra por su parte, representa a aquellas personas que se
encuentran dentro y fuera del ministerio y que a pesar de escuchar la Palabra
de Dios se niegan a buscarle y servirle con un corazón sincero.
La oveja y la cabra son
pertenecientes a la misma familia, son parientes lejanos que tienen algo en
común, se alimentan de lo mismo. Nótese que de la misma manera ocurre con los
creyentes y los incrédulos, ambos escuchan la misma Palabra, a ambos se les ha
predicado el mismo evangelio, pero solo uno de los dos ha decidido abandonar su
viejo modo de vivir por seguir la voz del Señor.
Una característica que distingue a
las ovejas de las cabras es el pelaje. Las ovejas tienen un manto que les
recubre su cuerpo, este manto representa la importante presencia del Espíritu
Santo en la vida de los creyentes; este manto es sensible y lo puede llegar a
perder en cualquier momento, del mismo modo que ocurre con la presencia de
Dios, si no la cuidamos podemos llegar a perderla con facilidad.
Definitivamente Dios no se
equivocó al colocarnos el claro ejemplo del cabrito y la oveja. A través de esta
representación Dios nos enseña la manera en la que como «hijos de Dios» debemos
conducirnos. La oveja nos muestra templanza, sujeción, unidad y sobre todo
dependencia, las cualidades más necesarias para caminar en el evangelio. La
templanza para evitar caer en pleitos y en contienda, la sujeción denota
humildad y obediencia, la unidad refleja hermandad dentro del cuerpo de Cristo
y la dependencia al Padre refleja confianza.
8 Todos los que vinieron antes de mí eran ladrones y salteadores, mas no
los oyeron las ovejas.
9 Yo soy la puerta; el que por mí entrare será salvo; y entrará, y saldrá y
hallará pastos. (
Juan 10:7-9)
Examinémonos, hoy es el tiempo de decidir si somos de los cabritos o si estamos en el rebaño de las ovejas.
Jesús dijo: «Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano», Juan 10:27-28.
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