La adoración que agrada a Dios
el éxito de un Cristiano Juan 4:20-24
(Jn 4:20-24) "Le dijo la mujer: Nuestros
padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar
donde se debe adorar. Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni
en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no
sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los
judíos. Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores
adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales
adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en
espíritu y en verdad es necesario que adoren."
Introducción
Durante su conversación con la
samaritana, el Señor abordó el tema de la adoración con una amplitud y
profundidad completamente nuevas. De esta manera contestó a las inquietudes de
la mujer, dejándonos también a nosotros una información muy valiosa que
necesitamos para poder ofrecer a Dios una adoración que sea de su agrado.
Porque no debemos olvidar que adorar a Dios es un asunto muy serio que no podemos
tomar a la ligera. Y el pasaje que vamos a estudiar nos advierte de la
posibilidad de creer que estamos adorando a Dios, cuando en realidad lo que
hacemos puede ser otra cosa muy distinta. Por ejemplo, el Señor descalificó la
adoración de los samaritanos cuando le dijo a la mujer: "vosotros adoráis
lo que no sabéis". Por lo tanto, es importante que aprendamos por su
Palabra cómo debemos hacerlo para no cometer errores similares.
A continuación haremos algunas
aclaraciones sobre lo que es la adoración, cuáles son sus características a la
luz de la Biblia, y consideraremos también la enseñanza que Jesús dio sobre el
tema a la mujer samaritana.
1. ¿Qué es la adoración?
Adorar a Dios es la actividad más
noble, elevada e importante que el ser humano puede realizar.
Sabían hermanos que Fuimos creados
para eso, cuando el hombre pecó rompiendo así su relación con Dios, él envió a
su propio Hijo con el fin de redimirnos para que pudiéramos ser nuevamente
verdaderos adoradores. Esto es lo que Jesús quería dar a entender a la mujer
cuando le dijo: "el Padre tales adoradores busca que le adoren". Tan
importante es el tema, que la adoración será nuestra actividad principal
durante toda la eternidad. Lo podemos comprobar con frecuencia en el libro de
Apocalipsis, donde todos los seres celestiales adoran a Dios sin cesar.
(Ap 4:8-11) "Y los cuatro seres
vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de
ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios
Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir. Y siempre que
aquellos seres vivientes dan gloria y honra y acción de gracias al que está
sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro
ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que
vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono,
diciendo: Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque
tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas."
Ahora bien, cuando nos preguntamos
qué es la adoración, encontramos que, como es habitual en la Biblia, ésta no
nos ofrece ninguna definición, sino que su forma de enseñarnos es mostrándonos
numerosos ejemplos de personas que adoraban a Dios con el fin de que a través
de ellos podamos aprender cómo debemos hacerlo nosotros.
Así pues, lo primero que
observamos en las Escrituras es que un adorador es alguien que tiene una
relación personal con Dios al que ama intensamente. Notemos por ejemplo cómo el
rey David comenzaba el Salmo 18 expresando su amor a Dios: "Te amo, oh Jehová",
para inmediatamente después invocarle porque reconocía que "es digno de ser alabado"
(Sal 18:1-3). Como no puede ser de otra manera, es nuestro amor a Dios lo que
nos lleva a adorarle. Aunque, por supuesto, este amor es una pobre respuesta al
gran amor que hemos recibido de él (1 Jn 4:10). Por lo tanto, si la adoración
no surge como una respuesta genuina de nuestro amor a Dios, todo lo que hagamos
no pasará de ser simples ritos religiosos fríos y secos, carentes de
significado, y que de ninguna manera agradarán a Dios.
Ahora bien, todos sabemos que el
verdadero amor a Dios implica entrega absoluta. El Señor nos enseñó que para
amarle hay que hacerlo con todo el corazón, con toda el alma y con toda la
mente (Mt 22:37). Así pues, la adoración genuina implica la entrega de todo lo
que somos como una ofrenda de amor.
Así que, podríamos decir que la
adoración es una "ofrenda del todo
quemada", donde el adorador no se queda nada para sí mismo, sino que
se entrega sin reservas a Dios, consagrándole su vida entera a él. Parece que
el apóstol Pablo tenía este tipo de sacrificio en mente cuando exhortaba a los
cristianos en Roma:
(Ro 12:1) "Así que, hermanos, os ruego
por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio
vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional."
Y si meditamos un poco más en
esto, rápidamente nos daremos cuenta de que la expresión plena de este tipo de
devoción la encontramos en Cristo cuando entregó su vida al Padre en la Cruz:
(Ef 5:2) "Cristo nos amó, y se
entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante."
La conclusión de todo esto
queridos hermanos es que no podemos reducir nuestra adoración a unas bonitas
expresiones de nuestros labios, porque recuerden antes de que Dios escuche lo
que decimos, primeramente mira nuestros corazones. Esta fue la razón por la que
tanto Jesús como los profetas del Antiguo Testamento tuvieron que reprender
reiteradamente al pueblo de Israel:
(Mr 7:6) "Respondiendo él, les dijo:
Hipócritas bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de
labios me honra, mas su corazón está lejos de mí."
Ahora bien, una vez que hemos
señalado que la adoración surge de un corazón que ama y se entrega
completamente a la voluntad de Dios, hay que decir también que le adoramos
cuando nos dirigimos a él para expresarle la admiración que le profesamos. Esto
lo podemos hacer principalmente por medio de la oración y también del canto.
(He 13:15) "Así que, ofrezcamos siempre
a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que
confiesen su nombre."
Por supuesto, esta admiración
surge y crece en nosotros al considerar por medio de su Palabra cómo es él; su
naturaleza, sus atributos, su carácter y también sus obras. Es entonces cuando
nos rendimos a él mientras nos deleitamos en contemplar de forma reverente su
gloria, porque ya no andamos por vista sino por fe hermanos y esta fe es la que
nos salvara. Bien lo dijo el Profeta Habacuc.
Habacuc 2:4
4 He aquí que aquel cuya alma no
es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá.
¿Qué dice Romanos 3 22?
22 Esta justicia de Dios llega,
mediante la fe en Jesucristo, a todos los que creen.
Hebreos 10:38-39 RVR1960
Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere,
no agradará a mi alma.
¿Qué dice Gálatas 3 11?
11 Y que por la ley ninguno se
justifica ante Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá.
¿Quién fue y Cuál era la misión de
Habacuc?
Habacuc fue un profeta y escritor
hebreo y un gran Adorador , que vivó probablemente entre los siglos VII y VI a.
C. Es considerado el octavo de los 12 profetas menores del Antiguo Testamento.
Fecha de nacimiento: 626 a.C.
Ocupación: Profeta, escritor
Habacuc hizo varias referencias a
acontecimientos de la época de Moisés y de Josué. Cualquier persona
familiarizada con esos acontecimientos bíblicos los reconocerá inmediatamente.
El propósito de la oración de Habacuc fue pedir que Jehová regresara y
sostuviera a Israel como en los días antiguos.
Para terminar hermanos es
importante aclarar que la adoración va más allá de nuestras acciones de gracias
por sus bendiciones recibidas. Debemos notar la diferencia entre adoración y
acción de gracias. Porque mientras que en la acción de gracias el foco de
nuestra atención está en las cosas que hemos recibido de Dios, en la adoración
la atención se centra en lo que Dios mismo es. Reconociendo su grandeza , amor,
poder y Gloria.
(Juan 4:23) “. Más la hora viene, y ahora es,
cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad;
porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.”
Francis Suarez