domingo, 14 de abril de 2024

¿Qué nos quiso enseñar Jesús con El Samaritano?

 

¿Qué nos quiso enseñar Jesús

con El  Samaritano?


Jesús enseño y mostro una de las cualidades más importante que un Buen Cristiano debe cosechar, que es el Altruismo, la cual viene a ser la punta de lanza de sus enseñanzas.

El altruismo va en contra de la naturaleza humana, y por eso ser altruista es mucho más difícil que ser egoísta. Es natural preocuparnos por nosotros mismos, mas sin embargo se nos alienta a pensar de forma egoísta desde todos los ámbitos. Sin embargo, el cristiano debe prestar atención diariamente a las palabras del apóstol Pablo: "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Gálatas 2:20). Ningún creyente, joven o viejo, puede vivir una vida altruista sin una constante permanencia en el Señor Jesucristo, pues sólo a través de Él nuestras actitudes pueden ser cambiadas y moldeadas para adoptar comportamientos altruistas. Si Cristo realmente vive en nuestro hombre interior y nos mantenemos en sintonía con Él, deberíamos identificarnos con el Buen Samaritano, en vez de maravillarnos con su actitud.

 Un samaritano en la Biblia era una persona de Samaria, una región al norte de Jerusalén. En la época de Jesús, el pueblo judío de Galilea y Judea rechazaba a los samaritanos, considerándolos una raza mixta que practicaba una religión impura y medio pagana.

 Los samaritanos, como pueblo separado de los judíos, se mencionan por primera vez en la Biblia durante la época de Nehemías y la reconstrucción de Jerusalén después del cautiverio babilónico (Esdras 4:17; Nehemías 2:10). Tanto en Esdras 4 como en un conjunto de documentos arameos del siglo V a.C. conocidos como los Papiros de Elefantina se evidencia un conflicto entre los judíos y los samaritanos durante este periodo persa.

Los samaritanos se veían a sí mismos como los guardianes de la Torá y los verdaderos descendientes de Israel, de las tribus de Efraín y Manasés. Tenían su propia y única copia del Pentateuco, los cinco primeros libros de Moisés, y creían que sólo ellos conservaban la religión mosaica original. Los samaritanos también tenían un sistema religioso único y establecieron su lugar de culto principal en el monte Gerizim. Ellos consideraban ilegítimos el templo de Jerusalén y el sacerdocio levítico.

El historiador Josefo y la tradición judía ubican el origen de los samaritanos en el cautiverio del reino del norte bajo Asiria en el año 721 a.C. Los judíos del reino del norte se casaron con asirios después del cautiverio y resultaron en la raza samaritana mitad judía, mitad gentil. Cuando los judíos acusaron a Jesús de ser "samaritano" en Juan 8:48, estaban sugiriendo groseramente que era un mestizo, fruto de la infidelidad de su madre.

En los tiempos del Nuevo Testamento, los judíos despreciaban a los samaritanos y no querían saber nada de ellos. Los samaritanos seguían viviendo principalmente alrededor del monte Gerizim (Juan 4:1-42), pero también se mantenían en sus propias aldeas (Mateo 10:5; Lucas 9:52). Las Escrituras hablan de encuentros con samaritanos en los pueblos que bordean Samaria (Lucas 17:11-19) y en los caminos entre Jerusalén y Jericó (Lucas 10:29-37).

Jesús tuvo dificultades para atender a la gente en las aldeas samaritanas (Lucas 9:52-53) y en un momento dado dijo a Sus discípulos que no entraran en ellas (Mateo 10:5-6). No obstante, Cristo compartió las buenas noticias con los samaritanos, ministrando a una mujer samaritana (Juan 4:4-26) y sanando a un leproso samaritano (Lucas 17:11-19).

El samaritano más reconocido en la Biblia es el de la parábola de Jesús sobre el buen samaritano (Lucas 10:29-37). Un experto en leyes judías había puesto a prueba a Jesús, pidiéndole que explicara el mandamiento de "amar al prójimo como a uno mismo"; concretamente, le pidió que definiera la palabra prójimo.

En ese momento, Jesús relató Su parábola del hombre necesitado, presentando al samaritano como el héroe de la historia. Dios y su hijo Cristo utilizan siempre los modelos más insólitos o revelan y hacen las peticiones más extrañas a nuestros oídos, pero todo con propósito bueno, como cuando pidió al Profeta Oseas que fuera al pueblo y tomara una prostituta como esposa y tuviera hijos con ella. A los ojos del experto, el samaritano era el candidato menos indicado para actuar con amor y compasión hacia su prójimo. Tal y como se pretendía, la historia escandalizó a los judíos llenos de prejuicios a los que Cristo se dirigía. El Señor demostró que el auténtico amor debe trascender todas las fronteras humanas de raza, religión, nacionalidad, clase económica y nivel educativo.

En Hechos 1:8, Jesús dijo a Sus discípulos que, por el poder del Espíritu Santo, serían sus testigos en Samaria. En Hechos 8 la profecía se cumplió, y Samaria se convirtió en un campo misionero de la iglesia del primer siglo que se estaba expandiendo: "Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio. Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo. Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía. Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían estos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados; así que había gran gozo en aquella ciudad" (Hechos 8:4-8).

Hoy en día, varios cientos de samaritanos sobreviven en Israel y siguen practicando su secta del judaísmo. La fe se concentra en cinco afirmaciones: hay un solo Dios, Yahvé; Su principal mediador es Moisés; la Torá es la vía de mediación; el lugar central de culto es el monte Gerizim; y el Mesías comenzará en el futuro el Día de la Venganza y la Recompensa.

Los samaritanos celebran varios días sagrados, entre ellos la Pascua; las fiestas de los Panes sin Levadura, el Yom Kippur y los Tabernáculos; y los "80 días de asamblea solemne". Así mismo celebran regularmente los servicios sabáticos. Su fiesta anual más solemne, la Pascua, se celebra en el monte Gerizim con sacrificios de animales, tal como se prescribe en el libro del Deuteronomio.

El altruismo va en contra de la naturaleza humana, y por eso ser altruista es mucho más difícil que ser egoísta. Es natural preocuparnos por nosotros mismos, mas sin embargo se nos alienta a pensar de forma egoísta desde todos los ámbitos. Sin embargo, el cristiano debe prestar atención diariamente a las palabras del apóstol Pablo: "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Gálatas 2:20). Ningún creyente, joven o viejo, puede vivir una vida altruista sin una constante permanencia en el Señor Jesucristo, pues sólo a través de Él nuestras actitudes pueden ser cambiadas y moldeadas para adoptar comportamientos altruistas. Si Cristo realmente vive en nuestro hombre interior y nos mantenemos en sintonía con Él, deberíamos identificarnos con el Buen Samaritano, en vez de maravillarnos con su actitud.

La característica de ser altruista es uno de los rasgos más importantes que puede tener cualquier cristiano. Es algo tan significativo que Jesús dijo que es el segundo mandamiento más importante de todos los mandamientos de Dios: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Marcos 12:31;  y. Gálatas 5:14). Jesús no estaba creando una nueva ley, simplemente estaba coincidiendo con una ley del Antiguo Testamento (Levítico 19:18) y exponiéndola. Santiago la denomina ley "real" para recalcar la importancia que tiene para Dios (Santiago 2:8).

Jesús tuvo mucho que decir sobre el altruismo durante Su ministerio terrenal. En el Sermón del Monte, va más allá de lo que algunos pueden considerar como desinterés: ayudar a un amigo, atender a un cónyuge, cuidar a un hijo enfermo, etc. Jesús va más allá de las expectativas normales: debemos amar a nuestros enemigos y orar por los que nos persiguen (Mateo 5:44). Jesús enseñó que es fácil amar a un amigo o a un cónyuge; incluso los no creyentes lo hacen (Mateo 5:47). El cristiano debe amar a los que no son fáciles de amar, porque así nos parecemos más a Dios, quien da bendiciones a todos (Mateo 5:45). Es difícil dejar a un lado los sentimientos heridos y los corazones lastimados, sin embargo hermanos, eso es parte de ser altruista.

Como en tantas otras situaciones, Jesús es el máximo ejemplo de altruismo. Cuando vino a este mundo, "se despojó a sí mismo" y tomó "forma de siervo" (Filipenses 2:7). Ahora, como seguidores de Cristo, debemos "tener el mismo sentir" (Filipenses 2:5). Jesús no vino para Su propio beneficio, sino para el nuestro. Vino a ministrarnos y a morir por nosotros: "Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos" (Marcos 10:45).

Que Dios les bendiga

 

Francis Suarez

 

 


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