Ezequiel 37
La visión del valle de los huesos secos
Aquí queridos hermanos en la Fe y
apreciados lectores; La interpretación de este capítulo se refiere a la
restauración futura de Israel. Esta restauración tiene que ver tanto con la
entidad nacional de Israel como, con la restauración espiritual que el Señor,
anunció en el capítulo anterior.
Ezequiel 36:35-37:28
Los versículos 35 al 38 del
capítulo anterior, y el capítulo 36, anunciaban proféticamente que la tierra
desolada se convertirá un día en un jardín del Edén. El mensaje profético
aseguró además, en el versículo 38 Y sabrán que yo soy el Señor. No lo saben hoy
en Israel, ni en el mundo de nuestra época. Pero ese día se acerca, en el que
ese pueblo sabrá que El es el Señor. Pasemos ahora al
Tenemos ante nosotros una visión
notable y nos gustaría aclarar que esta visión no tiene que ver con la
resurrección de los creyentes muertos que pertenecen a la iglesia. Ese es el
gran esfuerzo de interpretación realizado por muchos que espiritualizan la
sección profética del Nuevo Testamento. Estimado oyente, cuanto tomamos
literalmente a la profecía, tiene sentido y resulta comprensible. Aquí estamos
hablando del pueblo de Israel y no de una resurrección espiritual o física de
individuos. En nuestras notas hemos titulado a este capítulo "La resurrección de Israel" y creemos que
es un título apropiado, aunque algunas veces ha sido mal entendido. Algunos
piensan que nos estamos refiriendo a la resurrección de los muertos a partir de
Abraham. Y no se refiere a esta resurrección, sino a la de la nación de Israel.
En este capítulo 37, Dios le dio
a Ezequiel una parábola viviente y real, y para hacerlo lo llevó al valle de
los huesos secos. Leamos el primer versículo de este capítulo 1:
"La mano del Señor vino sobre mí, me llevó en el
espíritu del Señor y me puso en medio de un valle que estaba lleno de
huesos."
Anteriormente en este relato, (en
el capítulo 8) vimos que antes de que Jerusalén fuera destruida por
Nabucodonosor Ezequiel fue transportado a Jerusalén.
En este pasaje, nuevamente,
creemos que Dios transportó literalmente a Ezequiel. Cuando el profeta dijo me
llevó en el espíritu del Señor estaba diciendo que el Espíritu del Señor
efectivamente lo llevó al valle que estaba lleno de huesos. Y continuó diciendo
en el versículo 2 de este capítulo 37 de Ezequiel.
"Me hizo pasar cerca de ellos, a su alrededor, y vi
que eran muchísimos sobre la faz del campo y, por cierto, secos en gran
manera."
Allá por el año 1849, un hombre
llamado Lius Manley y su socio, llamado John Rogers cruzaron el valle de la
muerte en California para llevar provisiones a un grupo conducido por Bennet
Arcane, que por error se habían introducido allí quedando aislados. Los
miembros de este grupo habrían perecido si estos dos hombres no hubieran
cruzado el valle para rescatarlos. Ellos fueron en realidad los primeros
hombres de raza blanca en cruzar este valle y contemplar esa gran escena de
muerte y desolación. Pocos han visto semejantes espectáculos, pero lo que Ezequiel
vio unos 2.500 años antes debió haber sido aun más sombrío y desolado. El vio
una visión de otro "valle de la
muerte", más desolado, más temible y más impresionante que el
"valle de la muerte de California."
El valle que Ezequiel contempló
estaba lleno de huesos, y lo que los caracterizó fue que esos huesos eran
muchísimos, estaban muy secos y estaban esparcidos sobre la superficie del
campo. Escuchemos ahora lo que dice el versículo de este capítulo 37:
"Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos?
Yo le respondí: Señor Dios, tú lo sabes."
Estos huesos esparcidos por todo
aquel valle eran huesos humanos, y al profeta se le hizo la pregunta:
"¿vivirán estos huesos?"Aquí tenemos este montón de huesos,
esparcidos por todas partes. Son huesos humanos. Y a este profeta se le hizo la
pregunta: "¿Vivirán estos huesos?" Y la respuesta de Ezequiel fue: "Señor Dios Tú lo sabes. En otras
palabras, quiso decirle "No veo como podrían vivir; está más allá de mi
comprensión. Tu solo sabes si estos huesos pueden vivir o no". Ahora,
escuchemos lo que se le dijo en el versículo 4:
"Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y
diles: "¡Huesos secos, oíd palabra del Señor!"
Aquí encontramos algo más bien
"irónico e incluso también podríamos decir "humorístico". Hemos
dicho una y otra vez que Dios tiene cierto sentido del humor, y aquí tenemos un
ejemplo de ello. Si usted no lo considera así, puede pasarlo por alto. Pero
imaginémonos a Ezequiel escuchando a Dios decirle Profetiza sobre estos huesos,
y diles: Huesos secos, oíd Palabra del Señor. Se nos ocurre la idea que
Ezequiel habrá pensado. "Señor, ¡no querrás decir que me ponga a hablar
aquí con estos huesos secos! ¡Si lo hago en cualquier momento aparece un señor
vestido de blanco y me interna en cierto lugar! Realmente, la frase que tenía
que pronunciar Ezequiel no parecía la introducción más apropiada para un
sermón, ¿no es cierto? Ningún predicador comenzaría su sermón dominical
dirigiéndose a su congregación diciéndoles: "¡huesos secos, oíd palabra
del Señor!" Bueno, es posible que haya algunas congregaciones que
merecerían recibir semejante saludo y anuncio inicial, pero quizás no haya
predicadores que se atrevan a hacerlo.
Pues, bien, este profeta estaba
observando ese valle lleno de huesos secos, y tenía que hablarles. Podríamos
comparar su situación con un predicador de nuestra época. Cada congregación a
la cual se dirige un predicador incluye a quienes son salvos, y a quienes no lo
son. Los que son salvos tienen oídos para oír, pero puede que algunos no
escuchan o perciban las verdades espirituales. Y aquellos que no son salvos,
desde un punto de vista espiritual, están muertos en sus delitos y pecados y
aun no han sido redimidos. Ante esa situación, el predicador se siente
sencillamente tan impotente como Ezequiel, porque cualquier predicador que
comprenda el estado real y la condición de aquellos que están espiritualmente
perdidos, reconoce su propia impotencia para hablarles. Ezequiel tenía que
decirles a estos huesos: "Quiero que escuchéis lo que Dios tiene que
deciros". Y escuchémoslo nosotros, leyendo los versículos 5 y 6:
"Así ha dicho el Señor Dios, a estos huesos: Yo hago
entrar espíritu en vosotros, y viviréis. Pondré tendones en vosotros, haré que
la carne suba sobre vosotros, os cubriré de piel y pondré en vosotros espíritu,
y viviréis. Y sabréis que yo soy el Señor."
Fue como si Dios hubiera dicho:
"Quiero que les hables y les digas que yo seré el que les dará vida".
Y esa es nuestra condición en la actualidad. Si Dios no actuara, nadie tendría
vida espiritual. Ninguno de nosotros podemos salvar a nadie. Simplemente
hablamos a personas cuya condición espiritual es como la de los huesos secos, y
les transmitimos la Palabra de Dios. Esto es todo lo que podemos hacer. El
Espíritu de Dios es el que les trae la vida. Esa es la única forma en que a
tales personas les puede llegar la vida. Esta es la aplicación de estos
versículos; y también vamos a ver que ellos tienen también una importante
interpretación. Así que vemos lo que hizo entonces el profeta. Leamos el
versículo 7:
"Profeticé, pues, como me fue mandado; y mientras yo
profetizaba se oyó un estruendo, hubo un temblor ¡y los huesos se juntaron,
cada hueso con su hueso!"
Así que él profetizó como Dios le
mandó. Ezequiel obedeció a Dios.
Dice aquí que se oyó un
estruendo, hubo un temblor ¡y los huesos se juntaron, cada hueso con su hueso!
Nos imaginamos el extraño sentimiento que habrá experimentado Ezequiel cuando
en su visión vio que todos aquellos huesos se unían. Pero sucedió algo más.
Leamos el versículo 8 de este capítulo 37 de Ezequiel:
"Yo miré, y los tendones sobre ellos, y subió la
carne y quedaron cubiertos por la piel; pero no había en ellos espíritu."
Aquí tenemos un método, y
queremos que usted lo observe. El primer estado de los huesos era que estaban
esparcidos, secos y muertos. Después, gradualmente comenzaron a unirse, y
entonces aparecieron tendones, la carne, y se recubrieron de piel. Este fue un
proceso, y no un hecho instantáneo. En ese momento de la visión todo lo que
había era un montón de cuerpos, realmente, de cadáveres que se encontraban allí
en el valle, como si estuvieran dispuestos para su envío a la funeraria. No se
veían ya huesos, sino cuerpos completos. Incluso tenían toda la apariencia de
seres humano, pero en ellos no había vida. Y Ezequiel continuó recibiendo
instrucciones de Dios. Leamos los versículos 9 y 10:
"Me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de
hombre, y di al espíritu que así ha dicho el Señor Dios: ¡Espíritu, ven de los
cuatro vientos y sopla sobre estos muertos, y vivirán!. Profeticé como me había
mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron y se pusieron en pie. ¡Era un
ejército grande en extremo!"
Ezequiel habló y la vida vino
sobre aquellos cuerpos. Lo que sucedió en aquel momento se parece a lo que
ocurrió en el mismo principio, en la creación del hombre. Dios tomó al hombre
del polvo de la tierra; Ezequiel comenzó con huesos, pero Dios no. Dios comenzó
simplemente con el polvo de la tierra y después sopló en el hombre el aliento
de la vida.
Ahora lo que ocurrió a aquellos
huesos sucedió en tres pasos: (1) Eran huesos esparcidos, que no podían estar
más muertos; (2) Después se unieron, y la carne y la piel los cubrieron, aunque
eran cuerpos muertos; y finalmente (3) recibieron vida. En estos tres pasos
encontramos una verdadera clave para entender la profecía Bíblica en relación
con el pueblo de Israel.
Leamos entonces el versículo 11,
de este capítulo 37, que nos explica el significado de la visión:
"Luego me dijo: Hijo de hombre, todos estos huesos
son la casa de Israel. Ellos dicen: Nuestros huesos se secaron y pereció
nuestra esperanza. ¡Estamos totalmente destruidos!."
Como vemos, aquí vemos que se
está hablando del pueblo de Israel y no de la iglesia.
El texto nos aclara lo que
dijeron: Nuestros huesos se secaron y pereció nuestra esperanza. ¡Estamos
totalmente destruidos! Es que el pueblo, en el cautiverio, se había ido de un
extremo a otro. Mientras Jerusalén había permanecido como ciudad y los profetas
falsos continuaron diciendo que ellos regresarían, mantuvieron una esperanza
falsa. Después que Jerusalén hubo sido destruida, se fueron al otro extremo.
Pasaron por lo que algunos psicólogos llamarían una psicosis maníaco depresiva.
Estaban en malas condiciones; a veces estaban animados y otras, en las
profundidades de la depresión. Por eso decían: "pereció nuestra
esperanza" Esta visión estaba siendo revelada a ellos para que supieran
que sí, que tenían una esperanza, y que era para todo el pueblo de Israel. Así
que el profeta recibió la siguiente orden divina. Leamos el versículo 12 de
este capítulo 37:
"Por tanto, profetiza, y diles que así ha dicho el
Señor Dios: Yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío; os haré subir de vuestras
sepulturas y os traeré a la tierra de Israel."
Después de leer este versículo,
alguien se inclinará por decir: "un momento. Usted dijo que esta visión no
estaba relacionada con una resurrección física". Y aun insisto en ello.
Adelantémonos en el texto y leamos el versículo 21 de este capítulo 37:
"Y les dirás: "Así ha dicho el Señor Dios: Yo
tomo a los hijos de Israel de entre las naciones a las cuales fueron; los
recogeré de todas partes y los traeré a su tierra."
Esto fue lo que Dios quiso decir
en el versículo 12 cuando dijo: os haré subir de vuestras sepulturas. Israel
está como sepultado en las naciones del mundo, y los israelitas serán traídos
de regreso y otra vez se convertirán en una nación.
Y ahora queremos expresar
cuidadosamente algo sobre los tres pasos experimentados por los huesos que vio
Ezequiel. Hemos dicho que constituyen una clave para entender el futuro del
pueblo de Israel, y ahora queremos añadir que si hay algún lugar en donde tenemos
profecía cumplida es en estos tres pasos. Y usted bien sabe que nosotros no
creemos estar viendo profecía cumplida por todas partes, pero sí la vemos aquí.
El pueblo de Israel fue sepultado y esparcida entre las naciones del mundo, y
en su mayoría, está muerto espiritualmente para Dios; muerto para las cosas de
Dios; este fue el primer paso de los huesos que vimos. Después, desde 1948
ellos regresaron a la escena internacional como nación, pero espiritualmente
hablando, hay sectores de ese pueblo que podrían compararse con un cadáver,
porque no tienen vida espiritual. Lo que queremos decir es que prevalecen los
valores materialistas, intelectuales y todo aquello que es expresión de
civilización y progreso, pero no se aprecia la vida espiritual que produce el
Espíritu de Dios, que proviene de una relación con El establecida por medio de
Cristo Esta condición está simbolizada por el segundo paso que comenzó en los
huesos y continuó con los cuerpos, aunque sin vida. Y esa es la condición
general de una gran parte de los israelitas en la actualidad.
Entre los versículos 15 al 28
Ezequiel mencionó 2 varas. No vamos a entrar en detalles aquí; solo diremos que
ellas tipificaban a los reinos del norte (Israel) y del sur (Judá), que se
convertirán otra vez en una nación. Esto significa que nunca hubo "diez
tribus perdidas o desaparecidas de Israel" solo extraviadas por un tiempo
y si las hay, Dios sabe donde se encuentran. Escuchemos pues, lo que dice el
versículo 22, de este capítulo 37 de Ezequiel:
"Haré de ellos una sola nación en la tierra, en los
montes de Israel, y un mismo rey será el rey de todos ellos. Nunca más estarán
divididos en dos reinos."
Dios los convertirá en una
nación. Y añade el versículo 24:
"Mi siervo David será rey sobre ellos, y todos ellos
tendrán un solo pastor; andarán en mis preceptos, y guardarán mis estatutos y
los pondrán por obra."
Ahora, este Pastor no es otro que
el Señor Jesucristo mismo. Cuando Él vino a la tierra, nació de la línea de
descendencia de David. Como podemos leer en Mateo 1, Lucas 1 y 2, ambos pasajes
registraron cuidadosamente que El vino del linaje de David. Así que el que vino
de ese linaje será el Pastor y El gobernará sobre ellos. Algunos comentaristas
creen que nada en este pasaje exige, que Ezequiel no se esté refiriendo
literalmente al rey David, que sería resucitado para ser el príncipe de Israel.
David ha sido mencionado por nombre también en otros pasajes que tratan el tema
de la restauración futura de Israel (Jeremías 30:9, Ezequiel 34:24 y Oseas
3:5). Por otra parte, algunos comentaristas interpretan aquí la alusión mi
siervo David como una alusión a Cristo, el Buen Pastor, teniendo en cuenta,
como los otros comentaristas, que El descendió del linaje de David para ser rey
sobre Israel. Ahora, en el versículo 28, de este capítulo 37 de Ezequiel, el último
versículo leemos:
"Y sabrán las naciones que yo, el Señor, santifico a
Israel, pues mi santuario estará en medio de ellos para siempre."
Esto va a suceder. Aun no ha ocurrido, su cumplimiento será al final de los Tiempos.
Dice aquí mi santuario estará en
medio de ellos para siempre. Habrá un templo milenario y un templo eterno aquí
en la tierra. En Apocalipsis, donde habla de que no habrá templo, se está
refiriendo a la Nueva Jerusalén, que es donde estará la iglesia, y que no
estará sobre la tierra. Según este versículo, el hogar eterno de los israelitas
será sobre esta tierra y el templo de Dios estará en medio de ellos. Aunque no
queda duda de que Israel es el tema de Ezequiel, especialmente en los capítulos
37 al 39, con toda seguridad podemos hacer una aplicación de este pasaje a
nuestras vidas personales. El mundo en el cual usted y yo vivimos hoy es un
valle de muerte, lleno de huesos secos, de personas muertas espiritualmente.
Aunque no lo quieran reconocer y consideran estar vivas y actuar normalmente,
realmente están muertas en sus delitos y pecados. No tienen vida espiritual. Es
por tal motivo que tienen que recurrir a estimulantes de gran variedad, aunque
sean dañinos para la salud, para dar animación a un viejo cuerpo sin vida
espiritual.
Dios ha dejado bien en claro en 1
Juan 5:12, diciendo: “ El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que
no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida. Pero si usted tiene al Hijo de
Dios, tiene la vida. Si no lo tiene, está muerto espiritualmente “. Solo hay dos clases de personas:
personas vivas y muertas. Dijo también en Juan 3:36,” El que cree en el Hijo tiene vida
eterna; pero el que se niega a creer en el Hijo no verá la vida, sino que la
ira de Dios está sobre él”. O sea que la persona que no tiene a
Jesucristo, está muerta espiritualmente.
Estimado oyente, Dios le está
diciendo hoy que si usted no tiene una relación con Dios por medio de Cristo,
está muerto espiritualmente. Como aquellos huesos secos, tiene que escuchar la
Palabra vivificante de Dios, para que el Espíritu Santo la haga realidad en su
vida. Usted puede recibir esa vida. Acepte al Señor Jesucristo como su Salvador
Personal ahora..
Francis Suarez
Agradecimientos a:
Estudios Bíblicos y Got Questions.Org por sus extraordinarios
aportes a la causa de la Predicación de la Palabra de Dios y la búsqueda de Salvación
a través del conocimiento de nuestro Rey y Señor Cristo Jesús, Bendiciones de
Dios para estas Organizaciones Cristianas.