lunes, 30 de enero de 2017

¿ Los conflictos en la iglesia, Cómo deben manejarce?"


¿ Los conflictos en la iglesia, Cómo deben manejarce?"

Decía un gran erudito Cristiano en una iglesia existen muchas áreas donde pueden surgir conflictos. Sin embargo, la mayoría de ellos tiende a surgir en una de estas tres categorías: Conflictos debido a pecado flagrante entre los creyentes, conflictos con el liderazgo, y conflictos entre creyentes

Los conflictos se manejan mejor cuando las personas se enfocan en amar a otros, con una actitud humilde y de oración, con la intención de restaurar las relaciones. La mayoría de los conflictos dentro de la iglesia deberían ser manejables si se siguen los principios bíblicos que nos muestra la Santa Escritura.

Los creyentes que pecan abiertamente representan un conflicto para la iglesia, como se observa en 1 Corintios 5. La iglesia que no trata con el pecado entre los miembros, o la demanda de solución de problemas le abrirá la puerta a más problemas. La iglesia no está llamada a juzgar a los incrédulos, pero se espera que la iglesia confronte y restaure a los creyentes que no se arrepienten de pecados como los que se enumeran en 1 Corintios 5:11: “. . . ninguno que llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón." Tales individuos no deben ser aceptados por la iglesia hasta que estén dispuestos a arrepentirse. Mateo 18:15-17 proporciona un procedimiento conciso para enfrentar y restaurar a un creyente. El enfrentamiento debe hacerse con cuidado, sumisamente, y con el objetivo de restaurar (Gálatas 6:1). Las iglesias que disciplinan con cariño a los pecadores reducirán grandemente los conflictos en la iglesia.

A veces, puede que a los creyentes no les agraden las acciones ni las políticas de los líderes de la iglesia. Un incidente en la historia primitiva de la iglesia ilustra esto (Hechos 6:1-7). Un grupo de personas en la iglesia de Jerusalén se quejó con los apóstoles de que a algunas personas no se les atendía debidamente. La situación fue remediada, y la iglesia creció (Hechos 6:7).

La iglesia primitiva utilizó un conflicto como una oportunidad de mejorar el ministerio. Sin embargo, cuando las iglesias no tienen un proceso claro para tratar los asuntos, las personas tienden a crearse sus propias plataformas. Individuos pueden comenzar a recoger las opiniones de otros en la iglesia, involucrarse en chismes, o hasta crear un bloque de "personas preocupadas." El liderazgo puede ayudar a evitar estos problemas siendo pastores generosos y amorosos. Pero si estos lideres no atienden a tiempo las denuncias de problemas y tardan en la solución de estos, caen en falta ante los feligreses y aumentan el problema. Los líderes deben ser sirvientes y ejemplos, en vez de señores (1 Pedro 5:1-3). Los miembros frustrados de la iglesia deben respetar a los líderes (Hebreos 13:7, 17), ser lentos para acusarles (1 Timoteo 5:19), y decirles a ellos la verdad con cariño, no a otros (Efesios 4:15). En esas ocasiones, cuando parece que un líder no responde a una preocupación, un individuo debe seguir la pauta establecida en Mateo 18:15-17 para asegurar que no haya confusión en cuanto a las posiciones de cada uno.

La Biblia advierte que personas en la iglesia pueden tener conflictos entre sí. Algunos conflictos provienen del orgullo y del egoísmo (Santiago 4:1-10). Algunos conflictos surgen a causa de ofensas que no han sido perdonadas (Mateo 18:15-35). Dios nos ha dicho que debemos procurar la paz (Romanos 2:18; Colosenses 3:12-15). Cada creyente tiene la responsabilidad de procurar resolver los conflictos. No coja esto de excusa para dejar de ir a la Iglesia, afronte el problema y pida soluciones. A continuación algunos pasos básicos para la búsqueda de solución al problema :

1. Desarrolle la actitud apropiada del corazón—sea manso (Gálatas 6:1); humilde (Santiago 4:10); perdonador (Efesios 4:31,32); y paciente (Santiago 1:19,20).

2. Evalúe su parte en el conflicto—Mateo 7:1-5 (es necesario quitar primero la viga de su propio ojo antes de ayudar a otros). En otras palabras asegurece de tener la razón.

3. Vaya directo al individuo (no a otros) para expresar su preocupación—Mateo 18:15. Esto debe hacerse con amor (Efesios 4:15) y no simplemente para exponer una queja o dar rienda a una emoción. Acusar a una persona tiende a estimular los mecanismos de defensa. Por tanto, aborde el problema en vez de atacar a la persona. Esto le da a la persona una mejor oportunidad de clarificar la situación o de pedir perdón por la ofensa.

4. Si el primer intento para obtener una solución no logra los resultados deseados, diríjase a otra persona que pueda ayudar como mediador (Mateo 18:16). Recuerde que su objetivo no es ganar una discusión; es llegar a una reconciliación con su hermano creyente. Por lo tanto, escoja a alguien que pueda ayudarle a resolver el conflicto.


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