Revelaciones y algunas
Pistas sobre
el Rapto. Parte
2
El tema del Rapto es fascinante, más si entendemos
como Dios muestra su amor hacia su Iglesia, a la cual le promete y revela que
no pasara por su Gran dia de Juicio.
En este artículo continuaremos con un repaso que
consta de dos partes del Nuevo Testamento. Debido a que Pablo fue el primero en
revelar el misterio del Rapto, no esperemos encontrar una explicación más clara en los evangelios, pero ya que
conocemos sobre este tópico, podremos
divisar un par de pistas por aquí y por allá. Entonces, ¿podemos continuar?
¿Obvio
por nuestra ausencia?
En Su enseñanza definitiva sobre los tiempos finales,
el Señor le advirtió a I srael que serían odiados y perseguidos por todas las
naciones a causa de Él (Mateo 24:9). Él dijo que muchos tropezarían en la fe y
se traicionarían y odiarían mutuamente
(Mateo 24:10). Él dijo que su Templo sería profanado por otra abominación
desoladora, y que cuando eso sucediera, los que estuvieran en Judea
(nombre en el Nuevo Testamento para Israel) tendrían que huir de inmediato a
los montes (Mateo 24:15-16). Él les dijo que oraran para que su huida no fuera
en invierno (el invierno puede ser muy rudo en el desierto de Judea) o en un
Sabbath (huir en un Sabbath viola las restricciones impuestas para viajar),
porque viene la gran tribulación la cual es peor que cualquier cosa que una
persona haya conocido antes (Mateo 24:20-21). Él dijo que si no intervenía de
manera personal, ninguno de ellos sobreviviría, pero a causa de los escogidos entre ellos,
Él le pondría un alto a eso en el momento indicado (Mateo 24:22). Él dijo que
falsos mesías y falsos profetas harían grandes señales y prodigios para
engañarlos cuando ese tiempo se acercaba (Mateo 24:24). (Pablo confirmó todo
esto en 2 Tesalonicenses 2:9-10 colocando su cumplimiento después del Rapto.)
Él dijo que todos en la Tierra lo verán cuando regrese
(Mateo 24:27) y que sería como en los días de Noé. Los incrédulos que
sobrevivan la gran tribulación serán tomados para los juicios que le siguen a
Su regreso y los nuevos creyentes serán
bienvenidos en el Reino para construir un nuevo mundo. Todo esto y más le dijo
a Israel (Mateo 24:36—25:46).
¿Pero pronunció Él alguna palabra de alivio, o aun de
advertencia, a Su Prometida? ¿Le dijo que nos protegería a través de este
terrible tiempo? ¿Tan siquiera reconoció nuestra existencia? No, ni una sola
vez. ¿Por qué? Porque Él le estaba
hablando a Israel sobre un tiempo después del cual ya nos hemos ido. Él dejó
que fuera Pablo quien nos explicara los detalles de nuestro rescate después que
ya fuera muy tarde para que Él detuviera lo que estaba por hacernos.
Lot
tuvo que salir de Sodoma
“Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían,
bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; pero el día en que Lot salió
de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos” (Lucas
17:28-29).
En Lucas 17:26-27 Jesús estaba diciendo cómo en los
días de Noé los incrédulos habían despreciado las advertencias que se les
dieron, y no estuvieron dispuestos a recibir el rescate provisto por el Señor.
Fueron tomados por sorpresa cuando vino el diluvio el cual los destruyó a
todos.
A primera vista, los versículos 28-29 parecieran un
ejemplo similar, pero en realidad es muy distinto. Lot fue sacado del momento y
del lugar del juicio antes que empezara. De hecho los ángeles que fueron
enviados para sacarlo le dijeron que no podían ejecutar el juicio sobre Sodoma
y Gomorra hasta que Lot estuviera lejos y seguro (Génesis 19:21-22). Lot sirvió
de modelo para la Iglesia la cual
también tiene que ser rescatada del momento y del lugar de los juicios
venideros antes de que comiencen.
La
Resurrección y la Vida
“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el
que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí,
no morirá eternamente” (Juan 11:25-26).
Esta es una declaración asombrosa. El Señor ya había
dicho que cualquiera que creyera en Él no moriría sino que tendría vida eterna
(Juan 3:16). Pero aquí Él da más detalles al decir que a pesar de que un
creyente experimente la muerte física, aún tendrá vida. Él se refería a la
resurrección de todas las personas que mueren en fe. Y luego dijo que habrá
algunas personas que no morirán sino que pasarán de esta vida directamente a la
otra. Si no supiéramos sobre el Rapto, no lo podríamos ver, pero ya que lo
sabemos es que podemos entender que Él estaba hablando sobre esa generación de
creyentes que estará viva cuando Él venga por Su Iglesia, y que recibirán la
vida eterna sin tener que morir primero. Y una vez más el Señor confirmó que la
única calificación para la vida eterna es la de creer que Su muerte pagó todo el precio por nuestros pecados.
¿Qué
será de Israel?
“Y cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo: Varones
hermanos, escuchen. Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los
gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre. Y con esto concuerdan las
palabras de los profetas, como está escrito: Después de esto volveré y
reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; y repararé sus ruinas, y
lo volveré a levantar, para que el resto de los seres humanos busque al Señor,
y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre, dice el Señor,
que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos” (Hechos 15:13-18).
No habían pasado 20 años después de la cruz y los apóstoles se reunían en Jerusalén. Nada
del Nuevo Testamento había sido escrito aún. 483 años de la profecía de los 490
años de Daniel para Israel (Daniel 9:24-27) se habían cumplido en su tiempo
exacto, pero con la muerte del Mesías todo se detuvo. Antes de morir, el Señor
aún les había dicho que el Templo pronto sería completamente destruido, y
después de Su resurrección Él rehusó confirmar su esperanza de que el Reino le
fuera ahora restablecido a Israel. De hecho Él les dijo “no les toca a ustedes saberlo”
(Hechos 1:6). Y ahora, Pedro, Pablo y Bernabé habían dado un informe
como testigos oculares de que el Espíritu Santo había llegado directamente
sobre los gentiles con mucha profecía y hablar en lenguas. Si los gentiles
podían llegar directamente al Señor y recibir el Espíritu Santo sin tener
primero que convertirse al judaísmo, ¿quería eso decir que Dios había terminado
con los judíos? Si eso fuera así, ¿qué sería de Israel y todas las promesas
inconclusas del Señor para Su pueblo?
Jacobo, el medio hermano del Señor, les ayudó entender
lo que venía. Lo que ahora conocemos como la Dispensación de la Ley se había
interrumpido mientras el Señor toma de entre los gentiles un pueblo para Sí
mismo (la Iglesia). En el idioma griego, la frase “tomar de” literalmente significa tomar fuera de, o llevarse de.
Eso denota una salida, una separación del tiempo, lugar y causa.
Después de que Él haya tomado a la Iglesia, dijo Jacobo, el Señor volverá
Su atención una vez más a Israel. El Templo volverá a ser construido y las siete semanas
restantes de la Dispensación de la Ley seguirán su curso. Este es el tiempo que conocemos como la Semana Setenta de Daniel. Esta es una
insinuación de que el rapto de la Iglesia sucederá antes de que empiece la
Semana 70 de Daniel, la llamada Tribulacion NT, o Angustia de Jacob AT. Él concluyó diciendo que el Señor siempre ha
sabido que iba a hacer esto.
La
confirmación de Pablo
Pablo, quien se encontraba presente, se lo explicó a
la Iglesia de Roma de la siguiente manera: “Hermanos, quiero que entiendan este
misterio para que no se vuelvan presuntuosos. Parte de Israel se ha endurecido,
y así permanecerá hasta que haya entrado la totalidad de los gentiles. De esta
manera todo Israel será salvo, como está escrito: ‘El redentor vendrá de Sion y
apartará de Jacob la impiedad. Y éste será mi pacto con ellos cuando perdone
sus pecados’” (Romanos 11:25-27 NVI).
La palabra griega traducida como “totalidad” con frecuencia se utilizaba en el sentido náutico para
definir la cantidad de marineros, remeros y soldados que eran necesarios para
navegar el barco. Una vez que el barco había completado esa totalidad es que
podía zarpar hacia su destino. Cuando arribaba a su destino se decía que “había entrado”. Yo creo que la intención
de Pablo era decir que la Iglesia tiene “una
totalidad” y una vez que esa cantidad se ha llenado, zarpará para su
destino, el cielo. Nadie en la Tierra conoce este número y es por eso que nadie
sabrá el día y la hora del Rapto por adelantado. Tambien se puede decir de que
al mencionar “Una vez que entre la totalidad de los Gentiles” o como otras
versiones dice: “ Una vez que pase el tiempo de los gentiles” es claro que se
refiere al periodo de cierre del “ tiempo de la Gracia”
y este tiempo de buscar a Cristo para salvación
sabemos que acabara con el Rapto, cuando Cristo venga a buscar a través de sus
angeles los Justos de su Iglesia.
Cuando “la
totalidad” del número que conforma la Iglesia, haya “entrado” a su destino celestial final, Dios volverá Su atención una
vez más hacia Israel para sacar su remanente escogido (Isa. 10:21,22; 11:11,16;
37:32; 49:6, Jer. 23:3 y 31:7, Ezeq. 14:32, Joel 2:32, Abdias 1:17, Miq.4:7,
5:7 y 7:15, Sof. 3:13 y Zac. 8:6,12) y las siete semanas finales de la profecía
de las Setenta Semanas de Daniel se
cumplirán, culminando así con el retorno del Señor para establecer Su Reino.
Este es el Reino prometido a Israel el cual Daniel dijo que nunca será
destruido, ni dejado a otro pueblo porque estará en la tierra, sino que
permanecerá para siempre (Daniel 2:44). Esto es asi porque la de nosotros (La Iglesia)
será en la Santa Ciudad de Jerusalen (La Celestial) aquella ciudad no hecha por
manos de hombres que está en los cielos.
El
Rapto se hace público
“Porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en
que ustedes nos recibieron, y cómo se convirtieron de los ídolos a Dios, para
servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo, al cual
resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera” (1
Tesalonicenses 1:9-10).
“Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de
arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo
resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado,
seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en
el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1
Tesalonicenses 4:16-17).
“Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para
alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Tesalonicenses 5:9).
Estos son versículos del Rapto, nombrado así por la
traducción al latín de la palabra griega “harpazo”,
que significa ser arrebatado en Español, la cual es como aparece en 1
Tesalonicenses 4:17.
Con la Primera Carta a los Tesalonicenses, Pablo dio
la primera y clara promesa de un Rapto
pre-tribulacional. Cuando él dijo que Jesús sería el que nos rescataría de
la ira venidera en el capítulo 1, se refirió a un momento antes de los juicios
de los sellos de Apocalipsis 6, los cuales indican el inicio de la ira de Dios
(Apocalipsis 6:16-17), cuando Jesús aparte la Iglesia del momento y del lugar
de los juicios del fin de los tiempos. (Vea el sentido completo de la palabra
griega traducida “de” en 1
Tesalonicenses 1:10, para que pueda confirmar lo anterior.) En el capítulo 4 él
dijo que esta separación ocurriría cuando el Señor viniera para llevarnos con
Él a donde Él está en el cielo. Primero, los creyentes que han muerto antes
serán resucitados. Luego, nosotros los que estemos vivos seremos arrebatados
juntamente con ellos para encontrarnos con el Señor en el aire. Después, en el capítulo
5 él repite el motivo de nuestro repentino rescate. Nunca
fue la intención de que la Iglesia sufriera a través del tiempo de la ira de
Dios.
Dilo
de nuevo, Pablo
Entre las dos cartas que llamamos la Primera y la
Segunda Carta a los Tesalonicenses algo sucedió que hizo que los destinatarios
se llenaran de temor. Y es que habían recibido una carta que aparentaba ser de
Pablo pero que de hecho era falsa. Según 2 Tesalonicenses 2:1-2 dice que el Día
del Señor ya había sucedido. Confundidos y aterrados, le solicitaron una rápida
respuesta a Pablo para que les aclarara el asunto puesto que esa carta
contradecía lo que Pablo les había enseñado previamente.
Aquí es donde obtenemos una clara visión sobre la
secuencia de los eventos de los últimos días. Al recibir palabra de que el Día
del Señor ya había llegado los habría disgustado tanto como si el Rapto de la
Iglesia lo hubiera antecedido. Piense en ello. Desde cualquier otro punto de
vista, esta clase de noticias habría sido de temer, pero su temor habría sido
calmado por una cierta cantidad de gozosa anticipación. Ciertamente, los
siguientes años serían difíciles, pero ya fuera por el martirio o por la
sobrevivencia, pronto estarían en presencia del Señor para siempre, en el
sentido de que estarían descansando, esperando el dia de la resurrección porque
habrían muerto en victoria ósea en cristo.
Pero desde la perspectiva
pre-tribulacional, escuchar que el Día del Señor había llegado sería
horrible, porque eso significaba que ellos habían perdido el Rapto. Y eso
querría decir que no eran salvos. ¡Por eso es que le escribieron a Pablo
pidiéndole una aclaración!
Es importante entender que ellos le hicieron a Pablo
dos preguntas. La primera era sobre el
Día del Señor y la segunda era sobre nuestra reunión con Él, el Rapto. Pablo contestó las dos
preguntas en ese orden utilizando los versículos 3-5 para describir las
condiciones necesarias para que fuera el Día del Señor, y los versículos 6-8
para explicar cuándo ocurriría el Rapto en relación con estos.
“Nadie los engañe en ninguna manera; porque no vendrá
sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo
de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o
es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios,
haciéndose pasar por Dios. ¿No se acuerdan que cuando yo estaba todavía con
ustedes, les decía esto?” (2
Tesalonicenses 2:3-5).
Confirmando y ampliando la profecía de las Setenta
Semanas de Daniel (Daniel 9:27) y la advertencia del Señor en el Discurso del
Monte de los Olivos (Mateo 24:15), Pablo marcó el comienzo de la gran
tribulación al momento en que el anticristo se mete en el Templo en Jerusalén
proclamando ser Dios.
“Y ahora ustedes saben lo que lo detiene, a fin de que
a su debido tiempo se manifieste. Porque ya está en acción el misterio de la
iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene,
hasta que él a su vez sea quitado de en medio. Y entonces se manifestará
aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá
con el resplandor de su venida” (1
Tesalonicenses 2:6-8).
Antes que el anticristo sea oficialmente revelado, El
que actualmente está deteniendo el poder de la iniquidad, será quitado de en
medio. La frase “quitado de en medio”
literalmente significa eso, quitar de en medio, del entorno. Alguna fuerza que
detiene el poder del mal dentro de ciertos límites predeterminados (puesto que
este poder ya está en acción en la Tierra), tiene que ser removido.
Los eruditos que leen este pasaje literalmente
identifican esta fuerza con el Espíritu Santo. Y puesto que el Espíritu Santo se encuentra sellado en nosotros, si Él es
removido de entre la gente de la Tierra, nosotros tenemos que irnos con Él. Uno
no puede sacar al que detiene sin remover al que lo contiene, como alguien lo
ha dicho. Este es el Rapto de la Iglesia, y una vez que nos hemos ido el poder
del mal quedará en libertad para que todo el infierno se desate sobre la Tierra
hasta que el Señor retorne al final de la gran tribulación para ponerle fin a
eso.
Entonces, esta es la secuencia. Antes de que empiece
el Día del Señor, el anticristo tiene que ser revelado, y antes de que este sea
revelado, la Iglesia tiene que ser raptada. Entonces, según Pablo, el próximo
evento profético que abarca a los creyentes será nuestra propia desaparición. Amen
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