domingo, 16 de abril de 2023

Los frutos de la nueva vida (2 Reyes 5:15-19)

 

Los frutos de la nueva vida
(2 Reyes 5:15-19)



Leamos esta cita :(2 R 5:15-19) "Y volvió al varón de Dios, él y toda su compañía, y se puso delante de él, y dijo: He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel. Te ruego que recibas algún presente de tu siervo. Mas él dijo: Vive Jehová, en cuya presencia estoy, que no lo aceptaré. Y le instaba que aceptara alguna cosa, pero él no quiso. Entonces Naamán dijo: Te ruego, pues, ¿de esta tierra no se dará a tu siervo la carga de un par de mulas? Porque de aquí en adelante tu siervo no sacrificará holocausto ni ofrecerá sacrificio a otros dioses, sino a Jehová. En esto perdone Jehová a tu siervo: que cuando mi señor el rey entrare en el templo de Rimón para adorar en él, y se apoyare sobre mi brazo, si yo también me inclinare en el templo de Rimón; cuando haga tal, Jehová perdone en esto a tu siervo. Y él le dijo: Ve en paz. Se fue, pues, y caminó como media legua de tierra."

Como recién nacido salió Naamán del Jordán. Y no sólo había dejado atrás sus prejuicios, sino también su soberbia y orgullo. Humillado, ricamente obsequiado y profundamente feliz, pisó la orilla del Jordán con una actitud completamente transformada y con nuevas metas para su vida. Y junto con su compañía volvió por segunda vez al varón de Dios. Tras su curación, su anhelo no fue volver a su patria Siria, sino volver al hombre de Dios que le había mostrado el camino para su salvación.

Agradecimiento, un fruto de la nueva vida

Al meditar sobre esta conmovedora escena nuestros pensamientos vuelan a una historia del Nuevo Testamento donde diez leprosos fueron sanados por nuestro Señor Jesucristo, después de obedecer a su mandato (Lc 17:11-19). Pero sólo uno de los diez volvió para dar las gracias a su Salvador y glorificar a Dios "a gran voz".

Más sorprendente todavía es el hecho de que Naamán, tras su curación, fuera directamente y con un corazón agradecido a la persona que le salvó, para glorificar al Dios de Israel, siendo él un sirio que no pertenecía al pueblo de Dios.

Para él su nueva fe no era un asunto privado, sino que lo impulsó a testificar abiertamente y sin recelos en presencia de su compañía: "He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel" (versículo 15).

No le interesaban las caras asombradas y las posibles reacciones de sus soldados y siervos paganos, sino que su corazón le impulsó al agradecimiento a la vista de todo el mundo. Con toda naturalidad practicó lo que siglos más tarde escribiera el apóstol Pablo en (Ro 10:10): "Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación". Y por eso hoy por hoy nos dejó nuestro Señor Jesús Cristo un regalo para mantenernos en comunión con él y mostrar nuestro agradecimiento y fidelidad de conducta que es la Cena del Señor.

Recordemos hermanos que Dios nos creó para buenas obras, y sobre todo como dice la escritura “ Así que entonces, hagamos bien a todos según tengamos oportunidad, y especialmente a los de la familia de la fe. (Gálatas 6:10).

Amen,

 


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