"Ejemplo
os he dado"
"Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. (Jn 13:15) "
Como ya hemos visto,
servir a los demás no es fácil, entonces, ¿de dónde sacar las fuerzas para
perseverar en este servicio santo?
Sin lugar a dudas,
nuestra mayor fuente de inspiración será siempre el Señor Jesucristo. Mirando
su ejemplo desaparecen inmediatamente muchas de las objeciones que nosotros
planteamos para servir.
Jesús enseña
sobre la humildad y el servicio (Juan 13:12-17)
(Jn 13:12-17)
"Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la
mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho? Vosotros me llamáis Maestro, y
Señor; y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he
lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los
otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros
también hagáis. De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su
señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. Si sabéis estas cosas,
bienaventurados seréis si las hiciereis."
Jesus dice : "¿Sabéis
lo que os he hecho?"
(Jn 13:12) "Así
que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y
les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho?"
El
mandamiento del Señor: "lavaros los pies los unos a los otros"
(Jn 13:13-14)
"Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy, pues
si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis
lavaros los pies los unos a los otros."
¿Quién establece este mandamiento?
Los apóstoles le
llamaban "Maestro y Señor",
pero él cambia el orden de los títulos, colocando en primer lugar el hecho de
que él es "Señor". Es decir, primero estaba su derecho a darles
órdenes, y sólo después podría ser considerado como "Maestro". Esto
es lógico, puesto que si no aceptamos su autoridad en nuestras vidas, de nada
servirá que nos enseñe. Esa fue la razón por la que el Señor se quejó en una
ocasión: "¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo
digo?" (Lc 6:46).
Una vez que tenemos
la actitud correcta hacia Cristo y sus mandamientos, entonces él puede comenzar
a enseñarnos. Y aquí encontramos una lección realmente importante:
"Si yo he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies
los unos a los otros".
¿Cuál debería ser la
razón por la que debemos hacer esto por nuestros hermanos? Pues en primer lugar
porque Cristo es el Señor y nos lo manda. Luego, más tarde en esa misma noche,
les explicará también que debe ser el amor los unos a los otros lo que les debe
mover a hacerlo (Jn 13:34-35).
¿Cómo llevar
a cabo este mandamiento?
Servir con humildad a
nuestro prójimo nunca resulta una tarea fácil, por eso, para estar capacitados
para poderla llevar a cabo será imprescindible que previamente hayamos
experimentado en nosotros cómo el Señor ha lavado nuestros propios pies y nos
ha servido. Sólo cuando somos conscientes de que hemos sido hechos objetos de
la gracia y misericordia de Dios, estaremos capacitados para acercarnos a
nuestro prójimo con una actitud humilde y podremos servirle adecuadamente.
Esto nos recuerda que
lavar los pies era un servicio humilde propio de un criado o un esclavo, por
eso, cuando Juan el Bautista quiso resaltar la superioridad de Cristo sobre él,
dijo: "Viene tras mí el que es más poderoso que yo, a quien no soy digno
de desatar encorvado la correa de su calzado" (Mr 1:7). Juan no se
sentía digno ni de desatar encorvado las sandalias de Cristo para lavarle los
pies. Y una actitud similar de humildad y servicio la encontramos en Abigail: "Ella
se levantó e inclinó su rostro a tierra, diciendo: He aquí tu sierva, que será
una sierva para lavar los pies de los siervos de mi señor" (1 S 25:41).
Todo esto nos recuerda que al servir a nuestros hermanos debemos estimarlos
como superiores a nosotros mismos y actuar con humildad frente a ellos (Fil
2:3).
Es triste tener que
reconocer que no cumplimos este mandamiento del Señor con la frecuencia que
deberíamos. Esto no se debe a que ignoremos las imperfecciones o pecados que
afean el carácter de nuestros hermanos, sino que es porque en muchas ocasiones
preferimos criticarlos y divulgar sus faltas antes que ayudarles a corregirlas.
Por supuesto, detrás de esa actitud hay una evidente falta de amor por el
hermano. Como dice el proverbio: "El odio despierta rencillas; pero el
amor cubrirá todas las faltas" (Pr 10:12) (1 P 4:8).
La santidad
implica servicio
Al comenzar a
estudiar esta sección dijimos que uno de los temas más importantes que el Señor
iba a tratar en ella tenía que ver con la santidad. Y aquí encontramos un
aspecto fundamental: la santidad implica servicio. No se trata simplemente de
una doctrina teológica para ser estudiada intelectualmente, tiene que implicar
también una actitud de la voluntad y del corazón hacia las otras personas,
buscando oportunidades para servirles. No es posible la santidad en solitario.
"El
siervo no es mayor que su señor"
(Jn 13:16) "De
cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su Señor, ni el enviado es
mayor que el que le envió."
Una vez más el Señor
utiliza la fórmula con la que ya había introducido muchas de sus declaraciones:
"De cierto, de cierto os digo". Y es que lo que estaba diciendo se
revestía de la misma importancia que otras muchas cosas que ya les había
enseñado.
La
bienaventuranza del servicio
(Jn 13:17) "Si
sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis."
Finalmente el Señor
les dice que sólo en este tipo de servicio encontrarían la verdadera felicidad:
"Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis".
Juan 13:14
ResponderEliminarsi Cristo, el Señor y el Maestro, lavo los pies de los discipulos,
nosotros los discipulos también debémos lavarnos los pies los unos a los otros.